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jueves, 1 de febrero de 2018

EPICURO Y LA FELICDAD












Raro es el día que no recibe uno algún “”guasa””, que nos de consejos sobre cómo podemos y debemos ser felices. No sabemos quién lo ha escrito ni pensado, ni que fuerza moral tiene para todos esos pensamientos que pretenden convencernos de que nos levantemos todas las mañanas haciéndonos el propósito de ser felices. Me imagino una escena cualquiera de alguien que le ha despertado una alarma precisamente cuando estaba en el mejor de los sueños, que tarda en darse cuenta incluso que esta de pie y que ni siquiera sabe como ha llegado a la ducha. Con una voz que le aprieta diciéndole “date prisa cariño que llegamos tarde, que hay que dejar a los niños”l, que después dejará a su compañera y que por fin el se incorporara a su trabajo y del que no parara hasta que llegue la hora de salida. Solo le ha dado tiempo para llevar a cabo todas esas acciones que, si no fuera porque se han convertido en rutinas, se le haría la cosa poco menos que imposible. Y si es el caso de una pareja mayor, sin obligaciones ya ni de niños ni de trabajo, empezará el día con el esfuerzo de intentar levantarse de la cama sin dolor alguno, no teniendo ni idea de que va a hacer este día porque no lo recuerda. Se encontrará con su mujer de toda la vida, buenos días, y cuando ya sus órganos vitales se hayan puesto en marcha, irá al baño, se duchará, se arreglará y empezará a prepararse el desayuno para el solo, porque igual su mujer continuará con su rutina de desayunar en el bar de la esquina. Y no se acordara de que hoy era el santo de su amigo Manolo, como tampoco se acordó de recordarse que fuera feliz este día. Son muy osados los que van escribiendo sentencias morales por esas redes de Dios, bueno de lo que sea, o ingenuos si piensan que los hornos están para bollos, tanto como para ponerse a decir todas las mañanas: Hoy voy a ser feliz.

Y mira que hay motivos para alegrarnos. La esperanza de vida se ha multiplicado por dos a lo largo de los últimos 100 años. En 1900 la esperanza de vida global no superaba los 40 años. La gente moría por desnutrición, infecciones y violencia. No obstante los que conseguían librarse de estas penalidades su esperanza de vida se movía entre los 70 y 80 años. Y no eran considerados raros. Galileo Galilei murió a los 77 años, Isaac Newton a los 84 y Miguel Ángel a los 88 y ello sin vacunas, ni antibióticos, ni siquiera trasplante. Parece ser que la medicina moderna, en verdad, no ha alargado la vida “natural” del ser humano. Si ha conseguido erradicar la muerte prematura y en gran medida las infecciones. En verdad la esperanza de vida se está alargando en la actualidad, pero con la contribución, de la higiene, la educación y la erradicación de las famosas plagas infecciosas.

Y se habla ya de que el hombre podrá alcanzar los 150 años de vida de aquí a no muchos años.

Según leo por esos mundos de la ciencia, parece que se está pretendiendo la inmortalidad. De hecho y, como un ejemplo de ello, el gigante Google ha creado una sociedad, empresa o lo que sea, Calico se llama, dedicada precisamente a ello. Al frente de esa empresa han puesto a un investigador puntero y cuyo nombre no recuerdo. Igual pretenden los fundadores, Sergio Brinn y Larry Page, convertirse en inmortales y mantenernos controlados por los siglos de los siglos. Amen. El dinero destinado a ello no es precisamente calderilla. Se habla de 2500 millones de dólares. Al parecer van en serio. Por otro lado la Comunidad Europea ha dedicado 1000 millones de euros a un proyecto consistente en conseguir pasar a un disco duro de un ordenador el contenido de una mente humana. Y por ahí andan, porque la última “hazaña” científica ha consistido en conseguir imágenes de un cerebro humano; y en placas como cualquier prueba de resonancia magnética. Bueno, la penúltima, porque hemos tenido noticia de que han conseguido clonar a dos monos. ¿ Nos harán felices la consecución de todos esos proyectos.? 


En la antigua Grecia, el filósofo Epicuro, afirmaba “” que adorar a los dioses era una pérdida de tiempo, que no hay existencia después de la muerte y que la felicidad es el único propósito del hombre.”” Para Epicuro la búsqueda de la felicidad era un objetivo personal. En un tiempo los pensamientos  de Epicuro fueron rechazados en gran parte del mundo conocido. Sin embargo está tomando valor en estos momentos que corren. Muchos creyentes prefieren la felicidad en la mano que la supuesta felicidad en una supuesta otra vida. 

A ls vista de lo que se está viendo, da la impresión de que los gobiernos pretenden que seamos felices. Los gobiernos y el escandaloso, buscado, y conseguido Mercado de consumo, porque, en verdad, no se nos ha educado para ser felices. Las escuelas, los colegios, preparan a sus alumnos para que sean buenos matemáticos, conozcan su historia, el mundo en que habitan, lenguas distintas, letras...pero no son educados para ser felices. Nadie les habla de la felicidad. Pero ya se encarga el mercado de consumo en intentar conseguirlo, solo que insatisfactoriamente; nos hacen ser felices con sus numerosos “juguetes electrónicos”,  con fecha de caducidad y obsolescencia, para que sigamos adquiriendo juguetes y sigamos siendo felices. Y lo ha conseguido; ha conseguido que el ser humano humille permanentemente la cabeza, desarrolle el uso del “dedito” y sea feliz con los “guasas”, con los “amigos” que no ve y con los “profundos” pensamientos dichos en 140 caracteres. Han conseguido que se tenga la misma opinión, que no se sea capaz de leer más de dos frases seguidas y vivir en un mundo digital que, ya lo dijo Einstein, nos lleva a la estupidez. Observar a matrimonios que se sientan en un restaurante y cada uno se prepara con su correspondiente móvil... es ¿una aberración? o comprobar, como este pasado verano, como chicos de 13 o 14 años, todos, TODOS, estaban concentrados con sus smarphon, sin hablarse, ? 

Otro filósofo, pero actual, el inglés Jeremy Bentham, declaró que el bien supremo “ es la mayor felicidad para el mayor número “, llegando a la conclusión de que el único objetivo digno del Estado, el mercado y la comunidad científica es “aumentar la felicidad global”. A mi parecer creo que lo que hacen esos tres estamentos, más que interesarse por esa felicidad global, es entretenernos, tenernos entretenidos, engañados/enganchados con cada vez más sofisticados aparatos electrónicos con los que pretenden hacernos creer que somos libres y felices.

Yo no participo de esa idea del filósofo inglés de una felicidad global. Los avances, en la erradicación de hambrunas, los avances en medicina, la extensión del acceso a bienes de consumo... el llamado estado del bienestar....las pensiones, la seguridad social..., no creo que haya traído la felicidad al ser humano.

En 1976 la Declaración de independencia de Estados Unidos, establecieron el derecho a la”búsqueda” de la felicidad junto con el derecho a la vida y la libertad. Pero solo el derecho a que pudieras buscarte el derecho a ser feliz; no al derecho a ser feliz.

Ningún político tiene derecho a prometer, en ese afán por arañar votos como sea para su partido, la felicidad a nadie. La felicidad creo que es un estado personal. Cuando Epicuro definió la felicidad advirtió a sus discípulos que “había que trabajar con ahinco”. Aunque los logros materiales por sí solos no nos satisfarán por mucho tiempo. Al parecer había llegado a la idea de que la felicidad no se alcanza fácilmente. A pesar de todos los logros alcanzados en las últimas décadas, a pesar de la mayor tasa de prosperidad y confort, la tasa de suicidios en el mundo desarrollado es mucho más elevada que en las sociedades tradicionales. Da la impresión de que Epicuro tenía razón, conseguir la felicidad es más difícil que abolir injusticias y conseguir nuevos derechos.

Nota: parte de los datos aportados en este artículo provienen del libro HOMO DEUS, el que continúa al escrito en su día,HOMO SAPIENS, ambos por Yuval Noah Harari,  Profesor de Historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén.








1 comentario:

Jose Cuadros Moreno dijo...

Amigo Juan Adolfo: La felicidad a la que dedicas este blog, puede tener varios apartados, según el carácter, la Idiosincrasia del personaje, puede interpretarse como ventura, dicha, prosperidad,fortuna, suerte,bienestar, contento,etc. porque la felicidad como valor absoluto no creo que exista, pero si creo que en una disposición personal muy personal e intrasmisible que ayuda a acercarse a algo más aproximado,las duras y amargas experiencias por las que la vida nos ha hecho pasar, pueden servir de antídoto o vacuna en algunos casos o de agravamiento de la desesperanza en otros, pero si existe la felicidad de andar por casa, sin grandes ambiciones ni retos imposibles, hay personas que son felices con muy poco y otros que son desgraciados con mucho, la actitud personal, el carácter individual, son condiciones necesarias en ambos casos, que te acercan o separan del camino y es una decisión personal escoger el que más te convenga.