La amistad está para usar de ella, me digo cuando lo hago. Hace un tiempo le decia a una de esas amistades que sabe escuchar, -me encanta hablar de mis pasiones, mis asombros, mis inquietudes, mis proyectos,- (hay alguien cercano, muy cercano, que quizás, al no saber/querer escucharme, me "insulta" diciendome que soy un teórico: ¡¡como si eso fuera una enfermedad!!), bueno pues le decia que siento con nostalgia no tener ya cerca de mi de quien recibir experiencias, sabidurias, vivencias ... y él me contestó con asombro "pero es que estas en una edad en que eres tu el que debe darlas". También llevaba razón y decia verdad, pero no creo que decir la verdad lleve implícito la razón. Yo sigo echando de menos tener "a mano" esos "depósitos" hermosos de sabiduria de vida, de los que poder seguir aprendiendo. Porque sí tengo unos recuerdos preciosos de unas personas que ya no estan, pero a las que acudo permanentemente, y con las que pasé muy buenos ratos de charla. Tenia ganas de dedicarles un rato de mi tiempo escrito. Vereis.
Vivia entonces en un pueblo pesquero, de la costa de Huelva (España), en el que disfrute de niño con juegos entre barcos mecidos por las mareas y las pequeñas olas de la ria. Un pueblo con una playa preciosa con una arena limpia, tan limpia que no eras capaz de retenerla entre tus dedos y un horizonte de agua inmenso, tan inmenso como el azul del cielo con el que se juntaba y donde iba de niño, en pandilla, a escondidas, en la época en que el tiempo caminaba mas despacio y el aire aparecia mas sereno, esa época de la niñez llena de asombros y de preguntas. En ese pueblo crecí en años, no muchos, y estudiaba como casi todos los de mi edad. No teníamos Instituto y dabamos clase en la Academia de Don Gonzalo; aqui aparece una de esas personas de las que hablaba antes: Don Sebastian, un anciano, entonces para mi, que no tenia mas de 13 o 14 años, y él con cerca de ochenta, supongo, antiguo Director de las Escuelas Públicas. Con traje gris impecable, el pelo blanco precioso, una piel rosada y unos ojos azules tan profundos como bondadosos, me saludaba y echabamos a andar, a hablar... de ciencia. Y hablabamos del frio del espacio, de los sonidos que dejamos a traves del tiempo... Le recuerdo y le seguire recordando. Tenia otro amigo, Don Benito, anarquista y comunista, ¡¡en aquellos tiempos!!, de unos 65 años, yo con los 13 o 14, Practicante del pueblo, marido de la matrona que ayudo a mi madre a traer a mis tres ultimos hermanos y que paseabamos por la Plaza del pueblo y que me decia ¿te has fijado las tetas tan gordas que tienen las niñas hoy?. Me enseño los primeros acordes, mayores y menores de la guitarra. Con el participe del materialismo mas crudo y mas real, pero fue interesante, tanto que tambien lo recuerdo con una ternura increíble. Y habia otro, un prestamista/filosofo y el cura del pueblo, y un bailarin de flamenco... de los que os hablaré en otra ocasión. Pero ¿es posible encontrar algo de esto hoy dia?
Vivia entonces en un pueblo pesquero, de la costa de Huelva (España), en el que disfrute de niño con juegos entre barcos mecidos por las mareas y las pequeñas olas de la ria. Un pueblo con una playa preciosa con una arena limpia, tan limpia que no eras capaz de retenerla entre tus dedos y un horizonte de agua inmenso, tan inmenso como el azul del cielo con el que se juntaba y donde iba de niño, en pandilla, a escondidas, en la época en que el tiempo caminaba mas despacio y el aire aparecia mas sereno, esa época de la niñez llena de asombros y de preguntas. En ese pueblo crecí en años, no muchos, y estudiaba como casi todos los de mi edad. No teníamos Instituto y dabamos clase en la Academia de Don Gonzalo; aqui aparece una de esas personas de las que hablaba antes: Don Sebastian, un anciano, entonces para mi, que no tenia mas de 13 o 14 años, y él con cerca de ochenta, supongo, antiguo Director de las Escuelas Públicas. Con traje gris impecable, el pelo blanco precioso, una piel rosada y unos ojos azules tan profundos como bondadosos, me saludaba y echabamos a andar, a hablar... de ciencia. Y hablabamos del frio del espacio, de los sonidos que dejamos a traves del tiempo... Le recuerdo y le seguire recordando. Tenia otro amigo, Don Benito, anarquista y comunista, ¡¡en aquellos tiempos!!, de unos 65 años, yo con los 13 o 14, Practicante del pueblo, marido de la matrona que ayudo a mi madre a traer a mis tres ultimos hermanos y que paseabamos por la Plaza del pueblo y que me decia ¿te has fijado las tetas tan gordas que tienen las niñas hoy?. Me enseño los primeros acordes, mayores y menores de la guitarra. Con el participe del materialismo mas crudo y mas real, pero fue interesante, tanto que tambien lo recuerdo con una ternura increíble. Y habia otro, un prestamista/filosofo y el cura del pueblo, y un bailarin de flamenco... de los que os hablaré en otra ocasión. Pero ¿es posible encontrar algo de esto hoy dia?
7 comentarios:
Seguro que sí, cuando menos te lo esperes, aunque de otro modo. De pronto, la persona más insustancial y frívola puede revelarte que lloró amargamente toda una noche por la muerte de su perrillo atropellado y mirarte, desde su impecable rostro maquillado, con cierto aire avergonzado, para reconocer que a veces piensa que los animales valen más que algunas personas. ¡Y te lo dice como algo original y propio, con la seguridad de que solo se le ha ocurrido a ella!. Y cuando en tu interior vas a carcajearte de su simpleza, ves su mirada húmeda por la muerte del perrillo, y sientes ternura y descubres, otra vez, que todavía puede sorprenderte esa humana naturaleza que te tiene tan decepcionada en general. Hace poco, me ocurrió algo así.
Lo que ocurre es que tus ojos de hoy no pueden competir, de ninguna manera, con el alcance, la agudeza, la curiosidad y la capacidad de asimilación de la mirada de los ojos del niño que fuiste.
Tu hijo Carlos tiene esa mirada y en ella puedes encontrar y revivir tus sentimientos perdidos.
Espero que asi sea. Y el ejemplo del perrillo lo he vivido este verano: un amigo tuvo que sacrificar a su perro con el que habia tenido muchos momentos de compañia y me contaba con los ojos húmedos que esa noche no habia podido dormir y que lo echaba muchísimo de menos. Empezó a contarmelo diciendome: perdona pero quiero contarte que he llorado por mi perro. Pero me parece que yo no iba por ahí Prima. No hablaba de ternura sino de sabiduria, de conocimiento.
Si hablas de la sabiduría y del conocimiento que un niño encontraba en un anciano o en un artista o en cualquier persona experimentada, me temo que no, que nunca podrás encontrar algo así de nuevo.
El mundo solo se descubre una vez.
Y luego lo vamos redescubriendo, con miles de recovecos, pero ya desde nuestros ojos y desde nuestra propia experiencia... Unas veces dulce y otras amargo, pero nunca con la inocente credulidad de un niño.
En todo caso, eres muy afortunado por poder conservar el recuerdo de un sentimiento, de ese sentimiento tan especial.
Su prima: Clara.
Clara. Me gusta mas que "Su prima".
Le decía a alguien estos días, que sigo con la curiosidad de siempre y el asombro de entonces, y es que, le seguía diciendo, es la primera vez que estoy en este mundo, la primera vez que estoy por aqui y tal como voy, pienso que, por mucho tiempo que esté, no podré colmar todo lo que este mundo puede depararnos en si mismo y en los que lo habitamos. Como llegado por "primera vez" todo me asombra, todo me llama la atención, pero pienso que eso debe pasarle a todos los que estamos aqui, a menos que hayan estado en otras ocasiones.
Juan Adolfo, sospecho que 'su prima' y 'su prima clara' quizás sea la misma...pero puedo estar equivocada. Creo que, entendiéndote mejor, se aclara. Muy bonita y verdadera su respuesta. Saludos.
Yo tambien. Creo que "su prima" y Clara tienen algo que ver. Es muy buena su contestacion y tiene razon desde su punto de vista, del que participo.
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