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martes, 3 de noviembre de 2020












Una sociedad sin Dios?



Parto de la particular opinion de que mientras las religiones y las ideologías existan no viviremos en paz. Aun hoy, siglo XXI, se sigue matando en el mundo en nombre de Dios, que paradójicamente, es un Dios del amor. Y sigo pensando que, al no existir una comunicación directa de ningún Dios sobre su existencia, no deja de ser motivo de manipulación humana, depositar, asignar, atribuir tanto a El como a Ella todo aquello que quizás el hombre desearía para si, pero también sus características: un Dios muy al “corte humano”. Su debilidad, su impotencia, su desamparo, su desconcierto le ha hecho nacer, crecer en el hombre como asidero al que agarrarse para la solución de sus incertidumbres y desesperanzas.


En los últimos datos del Anuario Vaticano, el Catolicismo en Europa representa, al momento en que lo leí, el 21,8% de su población; dato que aun así creo que esta inflado y que probablemente un porcentaje muy alto de ese valor corresponda a personas de edad avanzada. Pero no ocurre lo mismo, por ejemplo, en Sudamerica, donde el porcentaje sube desproporcionadamente, como así en otras partes del mundo donde el desarrollo económico, la educación, las tecnologías, la ciencia, el conocimiento general aun no han llegado a los limites de Europa. Pienso que parece haber una correlación entre el desarrollo de los pueblos y las creencias.


Los Dioses, en general, se han manifestado a través de unos escogidos, que no se sabe porque ellos, a los que ha ido indicando
qué quiere y espera de nosotros. La neurociencia actual ya tiene muy claro lo que representan las alucinaciones en el cerebro humano; yo puedo ver un árbol frondoso, extraordinario…que no ve nadie, porque solo existe en mi imaginación.


Es un hecho como las religiones, sus exigencias, han ido evolucionando casi a la par que lo ha ido haciendo el ser humano; lo que en la actualidad vienen haciendo algunos seguidores de Ala, lo hicieron los seguidores de Jesus hace algunos siglos. Se destruia lo que ellos entendían como Idolos, se quemaron bibliotecas…se hizo desaparecer la famosa, en su época, Academia, cuna de filósofos…en nombre del Dios cristiano. Y si seguimos avanzando en la historia llegamos a las Cruzadas que, en su camino a Jerusalén, arrasaban aldeas sin respetar mujeres, niños…gente pacifica que de pronto todo un ejercito desconocido en nombre de su Dios, pasaban sobre ellos sin piedad alguna. Y que decir de la Inquisición, de la Santa Inquisición. Y todo en nombre de un supuesto Dios, interpretado por los hombres y al que le han inflado de sus miserias y sus miedos.


Leia no hace mucho un articulo que su autor titula “Una sociedad pagana”. Defiende que a pesar de “”ilustrados, marxistas, evolucionistas, y cientificistas, la religión sigue ahí y Dios sigue estando ahí”” y entiende que ello es así, porque el ser humano es “”por su propia naturaleza un ser homo religiosus””. No lo sé. Si sé que hay un hecho muy evidente que, a sociedades mas avanzadas, con mas conocimiento científico desarrollado y divulgado, la idea de Dios se va diluyendo.


A la sociedad desarrollada actual ya no le supone ningún consuelo el que le digan que en la “otra vida” todo será mejor, porque lo que quiere y tiene es consuelo en esta. Los Dioses creados por el “homo religiosus”, no tangibles, no comunicativos, a los que hay que obedecer sus reglas y leyes para tener derecho a esa mejor vida, han sido sustituidos por otros, a los que ven, tocan, le aportan en directo cierto grado de felicidad… A mi entender, quizás sea este el periodo en que mas se ha desarrollado el politeísmo…y el hombre actual ha acabado por creer completa y fielmente en ellos. El milagro lo tiene a diario, en cada momento: las TV, los smarphons, el internet, los ordenadores los iPad…cuerpo e imagen; dioses menores en el que vuelcan sus creencias.


En una sociedad politeísta como la actual, con un paganismo y materialismo, a la vez, muy acentuado, las religiones “clásicas” no ofrecen ya al hombre de hoy, para “su”hoy y para “su” presente, nada mejor que lo que encuentra en la sociedad en la que vive, y lo trascendente, la trascendencia, la vida en otra vida ha dejado de tener valor, ha dejado de estar presente en sus mentes. Y las reglas morales han sido sustituidas por reglas de los nuevos dioses, de aquí y ahora, del disfrute, del vivir aquí porque es lo que ven y lo que sienten… 


He tenido de todo esto una prueba al leer casi por casualidad, lo que describe una chica universitaria de su día a día. Habla con una amiga de un chico, le pregunta por él, y su amiga le contesta: “”Si no lo conozco, solo me he acostado con él una vez””


Las religiones, las evolucionadas como la nuestra o mejor, las religiones en una sociedad evolucionada, tienen poco que ofrecer al hombre de hoy, donde el mas pequeño milagro lo tiene al alcance de cualquier teclado, mensaje o pantalla.


En algún momento planteé en uno de los días de tertulia, si por la ética se podía hacer, obtener lo mismo que por los valores cristianos, por amor a Dios. En aquel entonces pensaba que si, pero hoy cuando compruebo que los valores cristianos van desapareciendo pero la ética no los sustituye, no aparece por ninguna parte, ¿que nos queda entonces?. Si unimos a todo ello la falta de referentes, guías, modelos…que nos hable, que nos señale, que nos levante el sentido de culpa…no se. 


Igual la tantas veces repetida Inteligencia Artificial venga en nuestra ayuda…en forma de robots humanoides, fabricados a nuestra imagen y semejanza, y nos eche una mano.


Volviendo al articulo al que he hecho referencia en algún momento, dice:


“”¿Merece la pena, -incluso desde posiciones agnosticas-, minusvalorar o abandonar un Cristianismo que ha estructurado nuestra cultura y nuestros valores: el sentido de la vida, la dignidad de la persona, la solidaridad y un Occidente que muchos repudian, sin saber que esta en juego?


Nota: El autor del articulo es MIGUEL PORTA PERALES.- Articulista y Escritor.






sábado, 16 de mayo de 2020

LA OTRA REALIDAD














Es casi una discusión recurrente la que tengo con amigos acerca de las consecuencias, en este caso personales, de esta situación que estamos viviendo; mas bien padeciendo. He ido comprobando como han cambiando en sus conversaciones, en sus “guasas”, como ha ido diluyendose la normalidad de su comportamiento convirtiéndose poco a poco en una enorme inseguridad y en un incipiente miedo. Sus tema se ha hecho monotematico; datos de muertes, datos de expansion de la infeccion, incertidumbre de que será su vida, nostalgia de sus hijos y nietos…

Algunos, me hacen llegar alguna que otra señal indicativa de que empieza a no estar muy bien. Otros, casi de pronto, reconocen estar cansado de esta situación de no saber. Otro que empieza a notarse que no esta normal… Es de reconocer que pueden ser reacciones normales, porque lo que se nos presenta da para eso y para mucho mas. Lo único que se me ocurre decirles es que procuren tener la cabeza ocupada y no entren en el juego de estar pendientes de las comunicaciones televisivas, de redes sociales o simplemente de lo que nos dicen los amigos,  de los partes de guerra diario oficiales, ni en ninguna otra noticia mas. Es necesario reconocer que no podemos hacer nada, como es necesario tener pleno conocimiento de lo que se trata, como es necesario tener conocimiento, eso si, de las reglas del juego, en seguridad e higiene, porque nos esperan aun muchos meses duros. Si no controlas tu cabeza, les digo, tu cabeza te controlara a ti. Es imprescindible la reflexion, y no solo en estos momentos, sino siempre. Vaalentin Fuster, gran cardiólogo y gran humanista, dice en un libro suyo que “al mundo le falta reflexión". Y estoy de acuerdo.

Es mas que evidente que el momento que estamos viviendo es mucho mas que especial, no esperado, ni imaginado y mas aun, ni preparado para ello; como también es mucho mas que evidente el bombardeo que recibimos, de datos, estadísticas, fallecidos, expansion de la cosa, dudas, desconocimiento casi a todo nivel de como es este enemigo…e incertidumbre, mucha incertidumbre. Parece que faltan mentes lucidas, serenas, con mucho sentido común, realistas, pero que nos hagan llegar de que siempre, siempre hay que apoyarse en la esperanza.

Y también es lo es, y contribuye a esa inquietud que nos esta atenazando, el espectáculo bochornoso, impresentable, de mujeres y hombres de partidos políticos, tratando, unos, de tapar sus incompetencias, sus tremendos errores, con el fin maquiavélico de blanquearlos echando la culpa al primero que pasaba por ahí, y lo peor culpando a otro partido que no ha tenido ni parte ni responsabilidad de actuación, siempre menos que reconocer la suya, otros tratando de sacar partido pensando en votos y reconocimientos, todos apoyados en la horrenda sombra de una tragedia sin precedentes.

Por mi parte puedo decir que estoy cansado, por no decir algo mas burdo, de estos politicuchos de intereses particulares, adocenados, sin mas horizonte que buscar la forma de descalificar al otro; sin la mas mínima conciencia por un pueblo doliente que no ha podido siquiera despedir a sus seres queridos, sumidos en el no saber y en el miedo, también de muchos otros con un futuro incierto. Estoy cansado de ideologias que solo traen fanáticos arrimando el ascua a su sardina, sordos y ciegos de lo que tienen delante de sus narices. Y dicen que con esta pandemia el hombre cambiara…no lo creo, no cambiara porque su mundo es su ombligo. Que manera de desperdiciar lo que nos ha sido dado en interés propio, vanidades, odios ancestrales y todo lo que pueda decirse. Estoy harto.

Y de esta pandemia, de esta tremenda situación, claro que he aprendido; he sabido quienes son mis amigos, he sabido que siempre están ahí, he sabido de quienes les importo y quienes se interesan y preocupan; algunos haciéndome llegar algún que otro chascarrillo, buscando la sonrisa, de la que tanta falta nos hace, sin importarles tiempo, intereses, ni ideologías; he aprendido que a pesar de tener encima un enorme problema humanitario, el ser humano es de una gran generosidad, pero también que es mezquino, ruin, falso y por encima de todo teniendo muy presente  sus propios intereses. He aprendido que a la hora de la verdad solo estas tu, con tus miedos, tus incertidumbres, tus dudas…pero también con el sentido común que te haya sido dado. He aprendido que la poca o mucha fortaleza que necesites tiene que salir de ti, no te queda otra. Y he aprendido muchas mas cosas, entre ellas que, a pesar de todo,  la esperanza nunca debe perderse.

miércoles, 13 de mayo de 2020

Y DE PRONTO... EL MIEDO



















Y de pronto…el miedo.


De pronto parecía que se nos abrían las compuertas de la esperanza, pero en verdad, no dejaba de ser un nuevo señuelo, un quiebro a nuestra credulidad. Cuando teníamos la sensación de que podiamos, por fin, estar tomando lo que nos apeteciera en una terraza, comprobamos con desengaño y decepción de que la verdadera preocupación era por el dueño de esa terraza; por su economía, por, dicen, su supervivencia, por puestos de trabajo, por dejacion de ingresos al Estado. Produce cierto repelus pensar que si no fuera por la economía no se abriría la esperanza de recuperar libertades para el ser humano.

Vivíamos aceleradamente, haciendo muchas cosas, sin dejar tiempo para ver, vivíamos en la adoración permanente a la diosa tecnología; nuestro vocabulario, nuestro medio de comunicación mas extendido, se llenaba cada vez mas de esos hijos de la Diosa: ordenadores, iPad, iPod, redes sociales, wifi, Memoria RAM, software, USB…y yo que se mas que compone ese nuevo cielo de creencias al que nos hemos hechos fieles y bien fielmente.

Y cambiamos fe y creencia por artilugios de nuevos brujos, en la certeza de que resolverían todas nuestras dudas y preguntas y hemos cambiado, los amuletos, la cruz, las imágenes…por aparatos a los que les asignamos inteligencia…artificial y , al parecer, poderes casi sobrenaturales. Y no nos dábamos cuenta de que vivíamos con unas enormes “orejeras”, solo viendo lo que los gurús tecnológicos y quien sabe mas, querían que viésemos, bombardeados con la ideas certidumbre de que la felicidad pasa por tener, y porque no, por los atajos o creencia de iluminados con normas que prometen son llave para la felicidad. Se nos olvidaron los pequeños detalles, se nos olvido mirar al cielo, disfrutar de la naturaleza, de los sonidos de la mar y de ratos de silencio.

Lei hace algún tiempo la entrevista que le hicieron a un psicólogo y escritor, cuyo nombre no recuerdo, que entre otras cosas decia que “la vida es un chollo si no te creas unas necesidades vacuas.”. Entre otras cosas defiende, según la psicología evolutiva, que “nuestro mundo emocional depende de nuestros pensamientos de nuestra manera de ver el mundo, de nuestra filosofía personal.” Y estoy muy de acuerdo.

Y vivimos en la prisa, en la resolución de las cosas y problemas cada vez de manera mas inmediata, en un “sin pausa”, ni reflexion. Y hasta era signo de hombre/mujer moderno, actual. Cuanto mas energía se mostrase en nuestro quehacer diario mas nos acercábamos al ideal de ser humano actual, ya supermoderno. Valentin Fuster, eminente cardiólogo y gran humanista, decía que al “mundo actual le falta reflexión”.

Y llegados a aceptar vivir cargados de cachivaches y artilugios de toda clase, y también de toda la ropa del mundo, de ropa que ni remotamente llegaríamos a amortizar, porque antes ya aparecía oro modelo mas actual y teníamos que estar al día, a la tortura de la moda, a favor de la corriente, aunque la corriente nos llevara al adocenamiento cargados de tanta anestesia que éramos incapaces de verlo. El consumo había entrado de lleno en nuestras almas…peor aun, en nuestros cerebros como la peor de las adicciones sin apenas enterarnos.

Y vivimos muy seguros de nuestra libertad. Nos sentiamos libres en todo y para todo, entrando en una soberbia colectiva, sin apenas darnos cuenta de que nos habíamos convertido justo en todo lo contrario. Y vivimos transformados, cambiando personalidad, decisión, gustos únicos por comportamientos globales; cambiando radicalmente cacharros de consumo, inducidos,  y previsto que serian consumidos por el ser humano, por valores. Y empezamos a vivir sin valores.

Para Eugenio Trias, “la transformación es radical, y altera valores, formas de vida, modos de ver y de vivir.” Y cambiamos el Dios de nuestros padres, `por los dioses de los hombres. Tuvimos dioses a montones, a los que se adoraron, y se adora, como casi nunca se hizo con otro Dios. Y ¿se puede vivir sin valores?

Y vivimos encantados y seguros en este mundo nuevo de inteligencia artificial, ordenadores cuánticos, robótica invasiva y deseos de inmortalidad…


Y de pronto…algo invisible, que nos decían que existía, que nos decían que era mortalmente peligroso para el ser humano, apareció en nuestras vidas, acabando con ellas, derrumbándolas como piezas de un domino…y de pronto nos encontramos con que el mundo se paralizo, nuestra vida quedo en nada, nuestros dioses, soporte de nosotros mismos, no servían para resolver el caos. Las ciudades quedaron convertidas en ciudades fantasmas, de desolación y silencio. Habia que guarecerse, protegerse, confinarse en nuestras cuatro paredes…y había que aprender a vivir una nueva vida para la que ni remotamente habíamos sido preparados. De pronto, radicalmente, nos encontramos con otra realidad; casi nada de lo que hasta entonces tenia para nosotros valor carecía totalmente de ello  en esta situacion. Casi todo se depreciò. Había que crear espacios de una convivencia , para la que no habíamos sido preparados. Teníamos que acostumbrarnos a que el valor de las cosas casi no tenia sentido. Necesitábamos con toda urgencia aquellos valores que dejamos en el camino por otros que ahora no nos servían para nada. Y poco a poco fue creciendo la terrible realidad de nuestra tremenda debilidad, indefensión y fragilidad. Descubrimos que no éramos hijos de esos dioses que adorábamos, protegidos, fortalecidos, amparados por ellos. 

Y de alguna manera nació en nosotros el miedo.