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viernes, 3 de febrero de 2017

Del maravilloso techo de estrellas en noches de verano.













""Un tercio de la Humanidad vive en lugares donde no es posible ver la ""Via Láctea"". Es el titular de un amplio estudio sobre la contaminación lumínica que afecta a gran parte del planeta y que tiene por nombre ""Nuevo atlas mundial del brillo artificial."" La "Via Láctea" queda escondida para el 80% de los norteamericanos y el 60% de los europeos. Según el estudio la mayoría de los niños actuales no han visto nunca lo que llamamos el "Camino de Santiago." Se puede decir que estamos en las primeras generaciones que perdemos el contacto con las noches oscuras con su espectáculo maravilloso del universo. Bueno, con un trocito, muy pequeñito, pero inmenso, del universo.

Hubo una época, maravillosa, en la que aún podía disfrutar de los hijos, en la que podía hablarles y me escuchaban, en la que aún no habían aparecido esos artilugios hijos de la llamada generación tecnológica...teléfono móvil, smartphon, iPod, iPad...y no digamos de esas llamadas "redes sociales", que tanto enredan y tanto enganchan y tanto separan y tanto tratan de convencerte de que eres un ser libre, y lo peor es que te lo crees. Un tiempo en el que era posible poder sentarte rodeado de ellos en una amplia terraza de un piso cualquiera de un coqueto y tranquilo rincón costero de pescadores...y disfrutar de hermosas noches cálidas propias del verano y de su cielo estrellado maravilloso. Para no tener aquel rincón no tenía ni lo que hoy se denomina "" contaminación lumínica ". Claro, y por eso podíamos disfrutar de aquel inmenso techo de estrellas. Allí, en bañador, después de un jugoso día de playa, duchados y cenados, sin contaminación sonora ni lumínica, ni tecnológica, podíamos disfrutar de un cielo hasta el infinito, el infinito que podíamos apreciar.

.- Aquella que está allí, tan brillante, tan grandota, le dije a mi hijo Arturo señalándola con la mano, se llama como tú.
.- ¿Arturo? ¿Tengo una estrella?
.- Se llama como tú. Ahora puedes decir que tienes una estrella.
.- ¿Y la mía? ¿Yo no tengo estrella? Me decía mi hijo Carlos, con razón.
.- Bueno, debe estar por ahí. A ver...¡allí esta! Allí, ¿la ves?
.- ¿Y veis esa especie de sábana blanca, larga, larga, con cosas brillando? Esa es el Camino De Santiago. En verdad su nombre es "Via Láctea", Camino de leche. No os riáis, que así la llamaban hace algún tiempo los romanos...
¿Y esas que corren? Mira, mira...
.- Se les llama estrellas fugaces.
.- ¿Estrellas...que?

Y allí estábamos hasta que las bocas empezaban a abrirse y los ojos a cerrarse... No teníamos, móviles, ni ipod, ni iPad...para no tener no teníamos ni tele.

Hubo una época en mi vida, no muy larga, en que se aprovechaban los tiempos de descanso para salir con el coche. Siempre acompañados. Se decía que era mejor así. Hoy no se, ir acompañado de alguien que llama "esas piedras" a restos románicos y tiene como fin de camino unos huevos fritos con morcilla de arroz...pues que quieres que te diga. Que hay que buscarse compañeros de viaje que al menos tengan algún punto en común; aunque después se compartan esos nuevos fritos. Por norma descartaba viajar por vías rápidas, autopistas y autovias, prefiriendo las carreteras comarcales, con  buen piso, muy poca circulación, unos paisajes por lo general preciosos, pueblos con encanto y como no la gastronomía que iba cambiando conforme íbamos "subiendo". Prefería "callejear" tranquilamente. También solía "personalizar" el viaje: La ruta del románico, la ruta de los Monasterios... y es a este último al que me quiero referir.

La primera parada y noche se hizo en Pastrana, municipio de Guadalajara, capital de la comarca de la Alcarria, en la hospedería del Convento del Carmen, a dos kilómetros del municipio, fundado por Santa Teresa de Jesus en el siglo XVI, y en donde pude disfrutar del espectáculo grandioso que ofrece una noche estrellada en el campo, y sus sonidos. El fin era conocer Pastrana por su interés histórico, especialmente por conocer el famoso "balcón de la hora", sito en la torre de levante del Palacio Ducal, recibiendo ese nombre desde el tiempo de encarcelamiento de la Princesa de Eboli, Doña Ana de Mendoza y de la Cerda y De Silva y Cifuentes, entre 1581 y 1592, por orden de Felipe ll, siendo su salida a ese balcón, durante una hora, su único contacto con el exterior durante ese tiempo. También por su Colegiata Ntra. Sra. de la Asunción y el Museo de  Santa Teresa, imponente, y el Museo de Tapices, donde dicen conservan el tapiz de mayores dimensiones que existe...y dormir en la hospedería, claro.

Y lo que realmente quería resaltar fue la impresión, el asombro, que tuve, cuando bien entrada la madrugada se me ocurrió salir, en ropas de dormir, a una terraza descubierta anexa al comedor y que hacía de un gran balcón abierto al inmenso campo. Desde allí pude contemplar, casi sin respiración, el maravilloso espectáculo de un techo cuajado de estrellas rutilantes, estrellas fugaces y el inmenso, espectacular, asombroso "Camino De Santiago", Via Láctea, Camino de leche que decían los romanos...y los sonidos del campo. Me encontré con un inmenso techo de luces brillantes, de estrellas fugaces que cruzaban el cielo y que parecía salir de esa Vía Láctea, siempre unida a las peregrinaciones a Santiago.

Allí estuve un buen rato, paralizado por lo que tenía ante mi, tanto que, al poco, pude escuchar nítidamente lo que entonces denomine como, los "sonidos del campo"; lejos, cerca, agudos, graves, melodiosos, bruscos...aparecían y desaparecían, de animales que parecían comunicarse entre ellos.. ¡¡Cuanta vida hay en la "noche de los campos"! pude comprobar en Pastrana, de madrugada y en ropa de dormir.

No me creyeron cuando lo conté. Creían que era invención mía y sobre todo me miraron de aquella manera...como si pensaran que no andaba muy bien.

Recientemente me he enterado que, en el sitio del ""Dolmen de Soto"", en Trigueros, Huelva, se hacen reservas para ver los cielos en el mes de agosto desde ese maravilloso entorno. Desde luego me apunto, bueno hago la reserva.