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sábado, 16 de mayo de 2020

LA OTRA REALIDAD














Es casi una discusión recurrente la que tengo con amigos acerca de las consecuencias, en este caso personales, de esta situación que estamos viviendo; mas bien padeciendo. He ido comprobando como han cambiando en sus conversaciones, en sus “guasas”, como ha ido diluyendose la normalidad de su comportamiento convirtiéndose poco a poco en una enorme inseguridad y en un incipiente miedo. Sus tema se ha hecho monotematico; datos de muertes, datos de expansion de la infeccion, incertidumbre de que será su vida, nostalgia de sus hijos y nietos…

Algunos, me hacen llegar alguna que otra señal indicativa de que empieza a no estar muy bien. Otros, casi de pronto, reconocen estar cansado de esta situación de no saber. Otro que empieza a notarse que no esta normal… Es de reconocer que pueden ser reacciones normales, porque lo que se nos presenta da para eso y para mucho mas. Lo único que se me ocurre decirles es que procuren tener la cabeza ocupada y no entren en el juego de estar pendientes de las comunicaciones televisivas, de redes sociales o simplemente de lo que nos dicen los amigos,  de los partes de guerra diario oficiales, ni en ninguna otra noticia mas. Es necesario reconocer que no podemos hacer nada, como es necesario tener pleno conocimiento de lo que se trata, como es necesario tener conocimiento, eso si, de las reglas del juego, en seguridad e higiene, porque nos esperan aun muchos meses duros. Si no controlas tu cabeza, les digo, tu cabeza te controlara a ti. Es imprescindible la reflexion, y no solo en estos momentos, sino siempre. Vaalentin Fuster, gran cardiólogo y gran humanista, dice en un libro suyo que “al mundo le falta reflexión". Y estoy de acuerdo.

Es mas que evidente que el momento que estamos viviendo es mucho mas que especial, no esperado, ni imaginado y mas aun, ni preparado para ello; como también es mucho mas que evidente el bombardeo que recibimos, de datos, estadísticas, fallecidos, expansion de la cosa, dudas, desconocimiento casi a todo nivel de como es este enemigo…e incertidumbre, mucha incertidumbre. Parece que faltan mentes lucidas, serenas, con mucho sentido común, realistas, pero que nos hagan llegar de que siempre, siempre hay que apoyarse en la esperanza.

Y también es lo es, y contribuye a esa inquietud que nos esta atenazando, el espectáculo bochornoso, impresentable, de mujeres y hombres de partidos políticos, tratando, unos, de tapar sus incompetencias, sus tremendos errores, con el fin maquiavélico de blanquearlos echando la culpa al primero que pasaba por ahí, y lo peor culpando a otro partido que no ha tenido ni parte ni responsabilidad de actuación, siempre menos que reconocer la suya, otros tratando de sacar partido pensando en votos y reconocimientos, todos apoyados en la horrenda sombra de una tragedia sin precedentes.

Por mi parte puedo decir que estoy cansado, por no decir algo mas burdo, de estos politicuchos de intereses particulares, adocenados, sin mas horizonte que buscar la forma de descalificar al otro; sin la mas mínima conciencia por un pueblo doliente que no ha podido siquiera despedir a sus seres queridos, sumidos en el no saber y en el miedo, también de muchos otros con un futuro incierto. Estoy cansado de ideologias que solo traen fanáticos arrimando el ascua a su sardina, sordos y ciegos de lo que tienen delante de sus narices. Y dicen que con esta pandemia el hombre cambiara…no lo creo, no cambiara porque su mundo es su ombligo. Que manera de desperdiciar lo que nos ha sido dado en interés propio, vanidades, odios ancestrales y todo lo que pueda decirse. Estoy harto.

Y de esta pandemia, de esta tremenda situación, claro que he aprendido; he sabido quienes son mis amigos, he sabido que siempre están ahí, he sabido de quienes les importo y quienes se interesan y preocupan; algunos haciéndome llegar algún que otro chascarrillo, buscando la sonrisa, de la que tanta falta nos hace, sin importarles tiempo, intereses, ni ideologías; he aprendido que a pesar de tener encima un enorme problema humanitario, el ser humano es de una gran generosidad, pero también que es mezquino, ruin, falso y por encima de todo teniendo muy presente  sus propios intereses. He aprendido que a la hora de la verdad solo estas tu, con tus miedos, tus incertidumbres, tus dudas…pero también con el sentido común que te haya sido dado. He aprendido que la poca o mucha fortaleza que necesites tiene que salir de ti, no te queda otra. Y he aprendido muchas mas cosas, entre ellas que, a pesar de todo,  la esperanza nunca debe perderse.

miércoles, 13 de mayo de 2020

Y DE PRONTO... EL MIEDO



















Y de pronto…el miedo.


De pronto parecía que se nos abrían las compuertas de la esperanza, pero en verdad, no dejaba de ser un nuevo señuelo, un quiebro a nuestra credulidad. Cuando teníamos la sensación de que podiamos, por fin, estar tomando lo que nos apeteciera en una terraza, comprobamos con desengaño y decepción de que la verdadera preocupación era por el dueño de esa terraza; por su economía, por, dicen, su supervivencia, por puestos de trabajo, por dejacion de ingresos al Estado. Produce cierto repelus pensar que si no fuera por la economía no se abriría la esperanza de recuperar libertades para el ser humano.

Vivíamos aceleradamente, haciendo muchas cosas, sin dejar tiempo para ver, vivíamos en la adoración permanente a la diosa tecnología; nuestro vocabulario, nuestro medio de comunicación mas extendido, se llenaba cada vez mas de esos hijos de la Diosa: ordenadores, iPad, iPod, redes sociales, wifi, Memoria RAM, software, USB…y yo que se mas que compone ese nuevo cielo de creencias al que nos hemos hechos fieles y bien fielmente.

Y cambiamos fe y creencia por artilugios de nuevos brujos, en la certeza de que resolverían todas nuestras dudas y preguntas y hemos cambiado, los amuletos, la cruz, las imágenes…por aparatos a los que les asignamos inteligencia…artificial y , al parecer, poderes casi sobrenaturales. Y no nos dábamos cuenta de que vivíamos con unas enormes “orejeras”, solo viendo lo que los gurús tecnológicos y quien sabe mas, querían que viésemos, bombardeados con la ideas certidumbre de que la felicidad pasa por tener, y porque no, por los atajos o creencia de iluminados con normas que prometen son llave para la felicidad. Se nos olvidaron los pequeños detalles, se nos olvido mirar al cielo, disfrutar de la naturaleza, de los sonidos de la mar y de ratos de silencio.

Lei hace algún tiempo la entrevista que le hicieron a un psicólogo y escritor, cuyo nombre no recuerdo, que entre otras cosas decia que “la vida es un chollo si no te creas unas necesidades vacuas.”. Entre otras cosas defiende, según la psicología evolutiva, que “nuestro mundo emocional depende de nuestros pensamientos de nuestra manera de ver el mundo, de nuestra filosofía personal.” Y estoy muy de acuerdo.

Y vivimos en la prisa, en la resolución de las cosas y problemas cada vez de manera mas inmediata, en un “sin pausa”, ni reflexion. Y hasta era signo de hombre/mujer moderno, actual. Cuanto mas energía se mostrase en nuestro quehacer diario mas nos acercábamos al ideal de ser humano actual, ya supermoderno. Valentin Fuster, eminente cardiólogo y gran humanista, decía que al “mundo actual le falta reflexión”.

Y llegados a aceptar vivir cargados de cachivaches y artilugios de toda clase, y también de toda la ropa del mundo, de ropa que ni remotamente llegaríamos a amortizar, porque antes ya aparecía oro modelo mas actual y teníamos que estar al día, a la tortura de la moda, a favor de la corriente, aunque la corriente nos llevara al adocenamiento cargados de tanta anestesia que éramos incapaces de verlo. El consumo había entrado de lleno en nuestras almas…peor aun, en nuestros cerebros como la peor de las adicciones sin apenas enterarnos.

Y vivimos muy seguros de nuestra libertad. Nos sentiamos libres en todo y para todo, entrando en una soberbia colectiva, sin apenas darnos cuenta de que nos habíamos convertido justo en todo lo contrario. Y vivimos transformados, cambiando personalidad, decisión, gustos únicos por comportamientos globales; cambiando radicalmente cacharros de consumo, inducidos,  y previsto que serian consumidos por el ser humano, por valores. Y empezamos a vivir sin valores.

Para Eugenio Trias, “la transformación es radical, y altera valores, formas de vida, modos de ver y de vivir.” Y cambiamos el Dios de nuestros padres, `por los dioses de los hombres. Tuvimos dioses a montones, a los que se adoraron, y se adora, como casi nunca se hizo con otro Dios. Y ¿se puede vivir sin valores?

Y vivimos encantados y seguros en este mundo nuevo de inteligencia artificial, ordenadores cuánticos, robótica invasiva y deseos de inmortalidad…


Y de pronto…algo invisible, que nos decían que existía, que nos decían que era mortalmente peligroso para el ser humano, apareció en nuestras vidas, acabando con ellas, derrumbándolas como piezas de un domino…y de pronto nos encontramos con que el mundo se paralizo, nuestra vida quedo en nada, nuestros dioses, soporte de nosotros mismos, no servían para resolver el caos. Las ciudades quedaron convertidas en ciudades fantasmas, de desolación y silencio. Habia que guarecerse, protegerse, confinarse en nuestras cuatro paredes…y había que aprender a vivir una nueva vida para la que ni remotamente habíamos sido preparados. De pronto, radicalmente, nos encontramos con otra realidad; casi nada de lo que hasta entonces tenia para nosotros valor carecía totalmente de ello  en esta situacion. Casi todo se depreciò. Había que crear espacios de una convivencia , para la que no habíamos sido preparados. Teníamos que acostumbrarnos a que el valor de las cosas casi no tenia sentido. Necesitábamos con toda urgencia aquellos valores que dejamos en el camino por otros que ahora no nos servían para nada. Y poco a poco fue creciendo la terrible realidad de nuestra tremenda debilidad, indefensión y fragilidad. Descubrimos que no éramos hijos de esos dioses que adorábamos, protegidos, fortalecidos, amparados por ellos. 

Y de alguna manera nació en nosotros el miedo.