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viernes, 16 de octubre de 2015

Tiempo Recuperado










En verdad no puedo evitar que este escrito sea, en cierto modo, una continuación del que escribí en la anterior revista dedicada a las fiestas de N. S. del Carmen, que junto con N.S. de los Dolores y N.S. Del Rosario, constituyen las tres manifestaciones marianas que se veneran en Isla Cristina, porque si en aquel recogía  el reencuentro con los recuerdos, ""nos has hecho recordar los tiempos de nuestra infancia" me dijo un amigo "reencontrado", en este  es el encuentro con los sentimientos, con los sentimientos que han despertado el reencuentro con amigos de otros tiempos, y con la satisfacción, alegría, de comprobar que no estaba olvidado. Me recordaban. Y el reencuentro con el propio pueblo; cincuenta y cinco años dan para mucho en el desarrollo urbanístico de cualquier población.

Y no tengo mas remedio que hacer mención a la exposición. No había estado en mi animo traer mis dibujos a Isla Cristina, fue, quizás, la pregunta que me hizo una de esas amigas reencontradas la que lo originó todo ¿Porque no expones de Isla? Y lo que ni siquiera se me había ocurrido de pronto me originó una gran ilusión y, porque no, curiosidad. No había entrado en mis cálculos la más mínima posibilidad de exponer en el pueblo donde viví hace... unos años. Y todo empezó a transcurrir con la mayor naturalidad; en unos días tenía fecha y días para exponer. Y no fue una exposición mas, una mas a incorporar en esa lista de exposiciones que te piden en el curriculum que tienes que presentar.. A través de ella se despertaron sentimientos, quizás retenidos, contenidos, escondidos, pero evidentemente no olvidados, relacionados con el pueblo en que viví. Fue una exposición muy trabajada, en cuando que pretendía exponer, mostrar, manifestar, lo que había hecho, lo que hago, lo que sigo haciendo no como en otras ocasiones sino muy especialmente en esta. De alguna manera exposición y artículo estaban unidos.

Y no solo fueron sentimientos, reencuentros con mis calles y con aquellos con los que compartí, vuelta a los recuerdos, revivir espacios, sino que quise saber de Isla Cristina, de su nacimiento, de su origen, de cómo surgió, de como se llego a dar a aquella población de entonces, como se generalizó, el nombre de La Higuerita. Y todo se debió, como sabrá el pueblo de Isla,  a Jose Faneca, natural de Mataró, que quizás fuese el primer guarda que hubo en Isla Cristina, en el año 1750, y que, de alguna manera contrataron las llamadas Compañías, que llevaban a cabo, en temporadas, la elaboración de la salazón y espicha, ante el saqueo y destrozo con que se encontraban de sus enseres de una temporada a otra. La necesidad, la soledad y la falta de agua, le hizo hacer una excavación a fin de probar si la encontraba y era potable. Y con no mucho trabajo hizo un pequeño pozo de no mucha profundidad, al lado de una pequeña higuera, encontrando agua que no sólo sirvió para el sino para otras Compañías y trabajadores. Y ello fue lo que dio origen a que a la población de entonces se la designará como la Higuerita: ""Vamos a ver el pozo de la Figuereta"", y por derivación y deformación acabo denominándose  ""el pozo de la Higuerita"". Parece que los habitantes de entonces trataron de tener agua llevando a cabo pozos en sus propiedades. El padre Miravent, el primer sacerdote que tuvo la Higuerita, llevo a cabo uno en su casa. A tal efecto, recuerdo como en mi casa donde viví en la calle del Carmen,  en la cocina y como prolongación del "poyete"" y de los fuegos,  y como encimera que servía de tapa, había  también un pozo. Con posterioridad y ""debido a los generosos donativos con que la Reyna Gobernadora procuro socorrer a los desgraciados de esta Ysla en el Cólera Morbo, -que surgió en Oporto, se extendió por todo Portugal, llegando a las márgenes del Guadiana, y de ahí a la Higuerita-, los habitantes, agradecidos, le suplicaron que para eternizar la memoria de tan singular beneficio honrara la población, mudándole el nombre de Isla de la Higuerita en el de Isla Cristina, que S.M. accedio benignamente."".(Del libro MEMORIA sobre la fundación y progresos de la Real Isla de la Higuerita, del sacerdote Don José Miravent)

Y no solamente de su nacimiento, y de su origen quise saber,  sino también de sus devociones, de sus devociones marianas.

 La primera imagen que se venera en Isla Cristina es la de N.S. de los Dolores, "imagen pintada sobre madera, ubicada en el frontil de la mesa de Altar que se había levantado en la choza, único templo de esta población por espacio de diez y ocho años, desde el de 1757 hasta el de 1775, y que en ese momento constituía la Yglesia." "Comenzando el culto especial a Maria Santissima con el título de los Dolores, ..." (Del autor citado)

De la Virgen del Carmen, aunque ya estaba en Isla desde hacía mucho tiempo, a través de investigaciones de Agustín P. Figuereo, se pudo saber que se solicita su bendición en el año 1863. Sin embargo, según se recoge en el libro del historiador Vicente López Márquez, " son muy escasas las noticias sobre el origen de esta devoción mariana, siendo el dato más antiguo el que data del año 1802 cuando se nombra por primera vez a la denominada como "calle del Carmen",, llamando la atención como, la Virgen del Rosario, patrona del Gremio de Mareantes isleños desde 1789, no contara con ninguna calle en aquellas fechas. Siendo un siglo después, en 1890, cuando se acuerda nominar y rotular la actual "calle del Rosario". Mas tarde se le dedicaría su nombre a la "Plaza Ntra. Señora del Rosario".

Nuestra Señora del Rosario es considerada como Patrona de Isla Cristina desde el año 1789, coincidiendo con la la obra de una Capilla " al lado del norte de la Yglesia colateral al Evangelio del altar mayor, para colocar en ella una imagen de vestido con el título de N.S. del Rosario, cuya festividad se comenzó a celebrar desde entonces con la solemnidad posible." . El mismo año "" en que ya se hizo absolutamente necesario el que quedase un sacerdote de continuo en esta Población para el mas pronto socorro espiritual de tantas almas como ya estaban reunidas en este punto."" (Según se recoge en el citado libro de Don José Miravent)

Como decía mas arriba, todo parece indicar que desde la fundación de la ciudad de Isla Cristina las devociones marianas de Los isleños, han sido N.S. de los Dolores, N.S. Del Carmen y N.S. Del Rosario; el incremento de la población, y el inconveniente de tener que desplazarse a La Redondela o Ayamonte para oír Misa, se acordó el desplazamiento de un Religioso del Convento de San Francisco, en Ayamonte, para que celebrase esta todos los días festivos. Al no disponer de edificio adecuado, por suscripción popular se construyó una barraca en la Plaza, -creo que existe en el suelo placa recordatoria de ello- siendo esta la primera Iglesia dedicada a Ntra. Sra. De los Dolores. (Citas y datos todos del citado libro del Padre Miravent).

En verdad me ha resultado muy interesante descubrir, trastear en los libros buscando la historia de Isla Cristina. De lo que he conocido, resulta ser una historia muy interesante, la historia de un pueblo sometido desde el principio a la influencia y al abuso de otros dos pueblos cercanos, pero que, a pesar de ello ha sido capaz de salir de esa influencia y evidenciar su propia personalidad.




viernes, 12 de junio de 2015

El tiempo... que volvio.




      
    



    

      


     Yo viví durante algunos años en el pueblo y me sentía tan bien que, cuando llego la hora de irnos, mis padres se trasladaban a Huelva,  se me vino el mundo encima, tanto que mi madre decidió hablar con una amiga para que me acogiera durante unos días hasta que me fuera haciendo a la idea. Y así fue hasta que dejé el pueblo, al pueblo y a los amigos, y a mis calles de siempre y a la Academia de Don Gonzalo y a las niñas con las que ya no era tan fácil robarles un beso... y a aquellas tertulias de banco del paseo... y como no a las visitas a Don Dionisio en la Biblioteca del Ayuntamiento, y que además me dio latín en la Academia … pero sobre todo ya no tendría a Don Sebastián, con el que hablaba de Ciencia,  ni a Don Benito, practicante del pueblo, que me enseño a tocar los acordes menores de la guitarra. ni a Tabuenca, bailaor de flamenco... ni al filosofo-prestamista, como yo le llamaba, con sus revistas bajo el brazo... ni al cura del pueblo, Don Luis, que cuando llego al pueblo era un cura joven, alto, bien parecido, que montaba en bicicleta y que escandalizaba al personal porque se remangaba… la sotana y al que le asignaron, bueno no se si se dice así, la Iglesia del Carmen, aun por terminar, y que estaba ubicada,  situada, al final de una  avenida,  con suelo de albero, que podía verse desde la fachada del Ayuntamiento, y casi desde el comienzo del paseo, -- el único, el que tantas veces fue lugar de reuniones y encuentros,  encuentros furtivos,--- con el que tantas noches, con permiso de mi madre, discutíamos de lo divino y de lo humano, quizás en la misma proporción. Mas tarde supe que había dejado la sotana y mas tarde aun que había fallecido.

     No volví en muchos años, muchos, a pesar de vivir a no muchos kilómetros. Y lo peor que quedaron olvidados muchos recuerdos, quizás como defensa por el desgarro de la partida. Solo quedaron algunos y muy borrosos y el nombre de una amiga de la infancia. Nada mas.

     Y no se porque, un día volví.

    Yo viví una parte del tiempo que estuve en Isla, en la calle Carrera, justo al final, dando al puerto. Enfrente, en la otra esquina de la calle,  estaba la fabrica de Conservas Mirabent, donde pasaba muchas tardes jugando y corriendo. Recuerdo los artilugios que nos fabricaba, supongo que el guarda, con los restos de las hojalatas usadas para las latas de conserva. Recuerdo la fila de mujeres envasando las sardinas y sobre todo el olor al pescado cocido… fabrica reconvertida hoy día en un Centro de investigación sobre la Pesca; GARUM, me parece que tiene de nombre.

     Mi vida tan cerca del puerto, de la ría, de los barcos, de la vida tan ligada al mar, y a esa edad, me llevo a disfrutar precisamente de todo ello. Recuerdo la pesca de arbures, creo recordar que llamábamos así a un pescado basto, parecido, salvando las distancias, a la lubina, desde los apoyos del puente de hierro, con una simple caña, un cordel y algo parecido a un anzuelo, y que ahora he podido comprobar con dolor que ha desaparecido, convirtiéndose en una simple pasarela. Hoy estaría protegido.

     Mi segunda y ultima vivienda estuvo en la calle del Carmen, ya peatonal entonces, con el Bar Lulú, a cuyas ventanas nos subíamos a ver las partidas de domino, la Academia de Don Gonzalo, casi enfrente de mi casa, donde se nos preparaba para el Instituto en Huelva, la relojería de Juanito Orta, la casa de mi tío Bruno, que recuerdo siempre sentado a la puerta de ella, la farmacia de Garcia de Vinuesa y la de la esquina la de Rosselló Zarandieta, pariente, al parecer de mi padre… y después el paseo, el paseo que utilizábamos muchísimo, sobretodo al atardecer ya, lugar de encuentro, de charlas, de juegos adolescentes, de revuelos de niñas y de novias primerizas y con algún que otro achuchón que luego nos encargábamos de contar.

     A veces los recuerdos, la realidad y la imaginación nos hace crear tales imágenes que cuando, de nuevo, al cabo de años, nos la encontramos de nuevo, entonces, al menos en mi caso, tomas conciencia del tiempo pasado.

    La plaza del paseo se convirtió en una pequeña plaza y las reformas y los retoques sufridos le había restado todo el encanto que tenia en mis noches de tertulia. La zona larga, extensa, de tierra de albero, donde solíamos pasear el Sr. Cura y yo, se había convertido en una gran avenida con un gran recorrido de bulevares y edificaciones y locales a ambos lados... Todo estaba ya en mi imaginación como aquellos personajes a los que tanto debo; hasta el Sr. Cura dejo de serlo. Y las zonas de las batallas y las guerras y la caza del jilguero, del verderón, del chamari y hasta de alguna que otra gaviota,  se habían convertido en unas enormes vías de circulación y no menos grandes parques de recreo. Aquello no era el pueblo vivido, era el pueblo.

     La Cachonda, de color verde, que hacia el recorrido hasta la estación, el puente de madera al final de lo que hoy empieza como Gran Vía, donde cogíamos camarones y cangrejos de roca (¿se sigue llamando así?), la recoleta, salvaje, virgen playita que recuerdo como un paraíso, donde se resguardaban las barcazas de la pesca del atún en su época de descanso y donde íbamos a bañarnos todos los días a espaldas de nuestras madres… o, al menos, de la mía,  y muchos mas recuerdos que el reencuentro con el pueblo de mi niñez me están apareciendo junto a nombres de amigos y amigas que parecían haberse borrado.

     Y el teatro que hacíamos en el cine de Félix, y el disfrute de los días de la fiesta del Carmen, que con tanta ilusión arañábamos tiempo para quedarnos mas del que nos permitían… los renacuajos que cogíamos en las charcas, junto a la tapia del cementerio, la misteriosa Casita azul, que nuestra imaginación la hacia convertir casi en un cuento de hadas y ogros…Un recuerdo que nunca se me borro fue el sonido del mar, desde la habitación en mi casa de la calle del Carmen, con el que me dormía todas las noches, y el nombre de una amiguilla con la que compartí juegos y ratos de felicidad infantiles y que, las circunstancias han hecho que la haya reencontrado, ya con vidas hechas,… y tantos recuerdos que van apareciendo y que podría llenar muchos, muchos espacios como este…  con este tiempo que volvió.








martes, 28 de abril de 2015

Y el tiempo volvio






    









A veces tengo la impresión de que nuestro cerebro va por libre. Me gusta leer libros de divulgación que hablan de neurociencia, del cerebro en general y en particular y de ellos he aprendido que durante mucho tiempo en el hombre no existía la consciencia, no tenía conciencia del yo, del yo mismo, como dice alguno de los autores que leo. Aunque parezca mentira el yo, ese personaje con el que dialogamos, con el que discutimos, con el que analizamos... ese personaje que nos corrige, que nos empuja a hacer cosas.. no apareció hasta bien evolucionado el hombre. Es como si fuera el medio, el enlace, el puente entre nuestro cerebro y nosotros mismos. Ese Pepito Grillo, que corrientemente solemos llamar, que nos dice si estamos haciendo bien o estamos haciendo las cosas mal... Pero lo que me suele llamar la atención es el hecho de que nuestro cerebro parece tomar decisiones sin contar con ese yo mismo o sin decirle nada al yo mismo o a lo mejor en connivencia con el para no decirnos nada a nosotros. No se. Y lo ocurrido muy recientemente me viene a dar la razón, bueno mas bien a un amigo.

Pero empiezo por el principio, es decir por lo que me ha dado pie para escribir estas letras. La llamada de un amigo con el que suelo tomar café de vez en cuando procurando mantener la amistad y eso si, evitando hablar, traer a la mesa, recuerdos del trabajo que compartimos durante algunos años, de no dejar entrar a la nostalgia de tiempos vividos. Esta vez no habíamos acordado fecha alguna para el café fue mi amigo quien llamo porque quería hablarme.

.- Cuéntame, le dije, una vez resuelto los saludos de rigor.

.- No, si no tiene importancia, pero como se que te gustan estos temas pues quería contártelo. Además de que, en verdad, también a mi me pareció curioso lo sucedido. Verás:

  Como sabes yo viví durante unos años, niñez, juventud, adolescencia... en un pueblo.
En este mismo blog he contado en varias ocasiones, sucedidos, como decía una conocida mía,  lepera (de Lepe) por más señas, que tenía mucha gracia, hechos, del pueblo en el que  viví durante algunos años; recuerdos se suele decir y eso creía yo también, porque ahora he podido comprobar que esos recuerdos, los míos, de los que he ido escribiendo por aquí, eran recuerdos  selectivos. Si, no son mis recuerdos sino los que por alguna razón,  ha seleccionado mi cerebro o quizás sean los que ha seleccionado mi cerebro para que recuerde. De ese tiempo de niñez, adolescencia y juventud que viví en el pueblo, han acudido una y otra vez recuerdos, pero siempre los mismos y con ellos personajes, los mismos personajes que de alguna u otra forma influyeron en mi, o así me lo pareció.

Del tiempo que estuve en el pueblo he escrito en este blog; hay que tener en cuenta que realmente mi infancia transcurrió allí, salvo un periodo corto de años que salí fuera, probablemente fuese de los 7 a los 10 años, que me mandaron con mis abuelos. Volví al pueblo como había salido de el, sin saber porqué, o al menos, sin recordar el por que. A partir de entonces entre en ese período donde conecte con esos personajes mayores que yo y que tanta huella me dejaron y de los que he escrito también y, como no, con amigos de mi edad, de los que recuerdo muy poco salvo aquellos baños que nos dábamos en una playita medio salvaje, y de  los que nunca tuvo noticias mi madre, y algún que otro recuerdo mas, como cuando cazábamos pájaros y gaviotas o pescábamos debajo del puente, en la actualidad reducido a una pasarela. Sin embargo si conserve siempre el nombre de una amiga de la infancia. Quedo olvidado su imagen, pero no su nombre y apellido que he ido repitiendo y recordando a través de los años., y no he sabido porque.

.- ¿Y no recordabas a tus amigos? Las amistades creadas en esa etapa de la vida suelen ser para siempre.

. - Pues no. Quedaron como borrados en algún rincón de mi memoria. Ten en cuenta que en un momento dado me dijeron que teníamos que irnos, que nos íbamos a vivir a la capital. Y no me dijeron el porque, o mejor no lo recuerdo. Ahora, que los acontecimientos se han acelerado, he estado pensando que la marcha tuvo que ser dolorosa, traumática. Tenía que dejar, de pronto, a vivencias, amigos, rincones del pueblo en los que disfrute, el lugar donde se crearon amistades, donde nacieron incluso esos amores de juventud... probablemente una forma de evitar el dolor fuese olvidar, borrar, esconder, esas vivencias vividas,  pero curiosamente quedaron esos personajes, singulares, especiales, al menos para mi, de los que tanto aprendí y de los que seguramente contribuyeron a que madurara mi personalidad. Mayores que yo, muy mayores, les he recordado en este rincón y que recuerdo con mucha frecuencia con un gran cariño y hasta ternura. Pero también, con ellos esta amiga, esta amiga de la infancia, que no se porque no quedo oculta en mi mente y que he ido recordando a través de los años, muchos años.

No volví al pueblo y tarde mucho en hacerlo, bastante. Empezó una nueva vida para mi que, en verdad ha llegado hasta hoy mismo. Y sigo sin saber porque, porque no volví en algún momento. El pueblo quedo en el olvido casi bruscamente y solo después de muchos años, con dos generaciones después de mi, cuando inicie la andadura de este rincón, volví a unirme a aquel entonces a través de esos recuerdos selectivos.

.- ¿Tampoco se te ocurrió preguntar por esa amiga de la infancia? ¿No sentías curiosidad por saber que había sido de ella, si seguía en el pueblo, si se había casado, si habría sido feliz...? en fin esas preguntas que suelen hacerse en estos casos.

.- Pues no se que decirte, la verdad. No se me ocurrió. De todas maneras las circunstancias, las coincidencias, las casualidades... llámese  como se quiera, parece que existen. Por una serie de ellas tuve el teléfono de mi amiga de la infancia y, con ayuda de las nuevas tecnologías, la ""guasee""... y después de muchos, muchos, muchos años estábamos charlando de nuevo. Se acordaba de mi quizás con más detalles que yo de ella y con el asombro por parte de los dos, de la normalidad, de la naturalidad con que reanudamos, yo creo que más bien iniciamos, una lejisima amistad; habían transcurrido... más de 60 años.

Hoy, hace un rato, he recibido un correo de mi amiga de la infancia, adjuntando dos fotografías; una de ella en la actualidad, en color, claro, otra también de ella de cuando la infancia. Y la recordé¡¡¡ lo que es la mente, recordé al ver  su sonrisa, su mirada... cuando lo único que tenía era el recuerdo de los juegos y su nombre. Yo le mande una mía.

.- ¿Y qué pasó? Parece una película de Garci.

  Pues paso, si. Paso que me vinieron mas recuerdos, conforme hemos ido hablando, contando cosas del pueblo, he ido recordando, como si ese rincón se abriese por fin y de nuevo enlazará con una época bien pasada.

Pero no quiero hablar de recuerdos en si, sino de como en algún momento recuerdos dormidos despiertan por alguna causa y hasta que punto nuestro cerebro guarda esas imágenes, esos hechos, esos recuerdos en general, de los que no tenemos constancia o eso parecía y de los que no sabemos el porque. Tu sabes de esto mas que yo. ¿Solo recordamos aquello que nos interesa? ¿aquello que más ha influido, impactado, en algún momento? ¿porque no se recuerdan todos? Porque todos, y lo he comprobado ahora, estaban; solo hay que esperar el momento, algún suceso, algo que hace que active nuestra memoria dormida y, de pronto, fluyan las imágenes como si fueran ayer mismo. Yo sigo pensando amigo, y, repito, de esto sabes tu mas que yo, que nuestro cerebro, nuestro magnifico cerebro, de alguna manera nos protege ante sucesos, hechos o... alguna partida traumática.

.- ¿Puedo hacerte una pregunta? ¿Os habéis visto? Porque yo en tu caso estaría impaciente por hacerlo.

  Hombre en verdad seria lo que procede. Es una verdadera ilusión y curiosidad, porque no. Ya veremos.

Una amiga, con un sentido artístico enorme, muy singular y un tanto especial me dijo una vez:

.- Si dos personas tienen que encontrarse ninguna de las dos podrán hacer nada para evitarlo. 

Y la verdad que no se que decir; voy a tener que empezar a pensar que va a llevar razón.