Estamos en el s. XXI, en el año 2011. Estamos y vivimos en una zona del mundo donde la libertad de expresión es entendida como un derecho, como una realidad.
Parece ser que, sobre la base de un ateismo paupérrimo, sin ideas, ridículo, sin consistencia ideológica, de una parte de esta sociedad que nos ha tocado vivir, de la que somos parte, hay quienes se ven en la necesidad de incendiar Iglesias tanto como proponer procesiones laicas ó blasfemar con tal ímpetu que ya quisiera yo ver para otras cuestiones. Y se ha repetido; no ha sido un caso aislado.
Nadie, ni nada, que yo sepa, impide a los ateos ser ateos, ni a nadie que se confiese ateo se le quema en la Plaza Mayor. Ya quisiera yo que los ateos, que se dicen ateos, lo fueran de verdad. Tengo la impresión de que un ateo de verdad no se ve en la necesidad de quemar nada, ni de reivindicar nada y mucho menos convocar, proponer, procesiones ateas. (¿A quien se le habrá ocudrrido?) Y es que, como leí en un periódico a un comentarista, con el que estoy de acuerdo, "... en España ateos, lo que se dice ateos de verdad, hay pocos". Ningún ateo serio convierte su "no creencia" en un problema público en lugar de un tema ideológico, moral ó ético. Porque estoy convencido de que con los ateos serios es posible el diálogo, la discusión, por lo demas interesante, como debe ser el dialogo entre ideologias y creencias, distintas.
La fe, creer, es algo muy subjetivo, muy personal, y debe ser hasta gratificante; creer en algo, en alguien que no se ve, -Jesús de Nazaret me parece otro tema-, que nunca se ha manifestado, que a veces se tiene la impresión de que gran parte de ello es aportado por los mismos creyentes, para un racionalista pues puede que no lo entienda, cuando ni es posible demostrar ninguna existencia de Dios alguno, ni tampoco lo contrario. En todo caso, quizas fuera la duda como la posición mas racional, para una posición intelectual. En todo caso, tanto la fe como el no tenerla, tanto creer como dudar, entra dentro de la libertad de pensamiento, de la libertad personal, de la libertad de creencias y en ningun caso un fanatismo rancio y trasnochado.
Como bien dice el comentarista al que hago referencia, habria que dejar a un lado al ateo, ya que en estos casos se tratan de simples comecuras, y le cito literalmente: "... al anticlericarismo que se manifiesta entre nosotros con el rigor conónico de una teologia inversa que impele a sus devotos a incinerar Iglesias..." y añado, mas que debatir sobre creencias y no creencias, sobre tener fe y carecer de ella, sobre moral ó ética, estos comportamientos "me huelen" ... a otra cosa.
Habremos de estar pendientes a esas "razones mesiánicas, sectarismos laicos y a esas Inquisiciones incrédulas"
Siempre, y en todo caso, defenderé debatir con la palabra, las ideas, los pensamientos y las creencias.
NOTA: El autor del escrito citado es Tomas Cuesta y fue publicado en el periodico ABC el dia 16 del pasado mes de abril
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