La ilusión
… y con las cosas vinieron
también los recuerdos; uno de ellos, un ajedrez muy especial que compre a un
“pueblo” africano en la Exposición de 1992.
Sentía una gran ilusión. Soy del
parecer que a cierta altura de la vida, toda ilusión por algo, no solo es
hermoso sino necesario para una modesta supervivencia. El paso de las horas,
días, … años, de forma plana, con una
rutina negativa destructiva, debe acabar con el cerebro mejor amueblado.
Leía hace muy poco, lo que no
recuerdo es en que medio, en que “soporte” como se dice ahora, que “sería bueno
vivir rodeado de cosas que te agraden”.
Y lo creo así. Cosas inertes que acaban teniendo vida por los recuerdos que arrastran consigo.
En este caso mi larga ilusión ha
sido ver reunidos los trabajos, -dibujos, pinturas, fotografías- los medios que
he utilizado como lápices, tintas, acuarelas, temperas, acrílicos… cosas,
fetiches, que he ido acumulando y me han acompañado durante más de media vida…
la música representada en la guitarra, en un pequeño acordeón, en una pequeña
colección de flautas artesanales de países sudamericanos, instrumentos sonoros
de arcilla… que hasta entonces habían estado dispersos, guardados,
dormidos… en un espacio propio donde
acogerlos, de disponer de una zona de trabajo… de un rincón propio y que, por
fin se materializaba se hacía realidad.
Me llevó unos días organizar mi
mini-mudanza porque no podía evitar que tras las cosas, los cacharros, los avíos
de dibujar o pintar o fotografiar viniesen sus historias… recuerdos olvidados
en la memoria y que renacían al tenerlos cerca de nuevo, al acariciarlos,
recuerdos agradables en muchos casos, de tristeza en otros y que de alguna
manera me iba inundando de melancolía, de una dulce melancolía. Papeles que se
han ido acumulando, escritos de momentos vividos, pensamientos, carpetas llenas
de proyectos y propósitos… objetos que me han acompañado siempre, sin más valor
que el del sentimiento… una mini-mudanza que ha traído consigo el ver de nuevo,
como en una película, -un video como se dice ahora-, vivencias, quereres,
deseos, ilusiones… todos por fin en un solo rincón; en mi rincón.
El ajedrez especial a que hacía
referencia me llevó al agradable recuerdo del momento de la compra. Fue en un pabellón
de un país africano, cuyo nombre no consigo recordar pero que seguro que debía ser
muy pequeño porque de pabellón tenia bien poco. Me atendió una mujer joven de
tez muy oscura, con una elegancia natural tanto en sus movimientos como en su
ropaje… sentada en el suelo, rodeada de productos artesanales, envueltos en
papeles de periódicos; entre ellos descubrí piezas de lo que se suponía era una
ajedrez, dispersas, mezcladas, sin orden
alguno... y me senté junto a ella. Poco a poco, pieza a pieza, con el visto
bueno, con el consentimiento de unos ojos hermosos, que lo eran aun más, con el
fondo de azabache de su piel, fui componiendo lo que sería un ajedrez. Y al
final el tablero del mismo material. Las
piezas representaban, representan, son, símbolos de su pueblo: las torres
semejan ser las cabañas de sus poblados,
el elefante juega el papel del caballo, los peones los guerreros… el rey y la
reina los jefes de la tribu. Están hechos de un material delicado tallado
artesanalmente y de una estética no conocida hasta entonces. Hoy lo tengo cerca
y disfruto de su compañía.
Termine la mayor parte de la
mini-mudanza, o el traslado, pero lo que no sabía era que además de la ilusión que
ello me suponía, vendrían esos recuerdos olvidados, dejados en un cajón o
simplemente dormidos y que, en cierto modo, me hablaban de la medida del tiempo.
¡Cuánto tiempo ha pasado! , me decía, cuando veías renacer la alegría que te
produjo un amigo o una amiga, a los que no habías vuelto a ver, o el tiempo
feliz de la infancia de tus hijos.
Todo esto me trae el recuerdo en
una seguidora de mi blog, lejana en el espacio pero muy cerca en sus
comentarios, que siempre me animaba a que trajese recuerdos vividos a este otro
rincón, en este caso rincón del alma; y en muchas ocasiones, le hago caso.
Hay que hacer una mudanza cada
cierto tiempo, para que los recuerdos no acaben muriéndose. Viene bien.
3 comentarios:
Es precioso lo que has escrito. Esta vez, para mi gusto es quizás de lo más bello, lo que más se parece a ti, y sin querer me he dejado seducir por la nostalgia y hasta por la idea de iniciar yo misma esa mudanza en mi vida...
Hay que ver las cosas que le dices al muchacho; va a acabar creyendoselo. Pues mira a mi tambien me ha gustado el escritillo. Te he echado de menos Jara, es que los asuntillos diarios no me dejan, con lo que me gusta a mi estos comentarios.
Pues no dejes de hacerlo, te vendra bien. Una mudanza que con lleve no solo mover cosas y remover recuerdos, sino iniciar otra etapa en tu vida. Mi mudanza no deja de ser incompleta.
Publicar un comentario