Pasó "la Feria"y circunstancias me impidieron visitarla aunque solo fuera unas horas, como el que no haya aparecido por aqui. Que verdad la conocida frase de Ortega. Conocida nos resulta elemental, porque en verdad estamos rodeados de circunstancias; son las circunstasncias las que nos mueven, nos impulsan, nos impiden, nos limitan... las circunstancias van parejas con nuestra vida. Pero yo queria hablar de otras cosas. Comentabamos hace unos dias de como en tribus actuales, que no han llegado a contaminarse totalmente con lo que llamamos "la civilización", "el mundo civilizado", el anciano es considerado, protegido, amparado, cuidado... es el poseedor del conocimiento, de la experiencia, los depositarios de la sabiduria, los dueños de un mayor tiempo vivido, al que se le consulta, se le escucha y se le respeta. Tambien en nuestro mundo, "el civilizado", los gitanos, aun incorporados en el mundo de los payos, respetan a su patriarca y en general a sus mayores, en sus enseñanzas, en sus decisiones; los consideran tambien depositarios de la sabiduria. De alguna manera traspasan sus vivencias, su conocimiento de la vida a nuevas generaciones y éstas a las siguientes que se van encontrando con experiencias acumuladas que les permiten incorporar las suyas y no empezar de nuevo. Contrasta fuertemente con la sociedad "normal", "civilizada", donde "lo joven" es venerado hasta el extremo. Todos queremos ser jovenes: los jovenes, los padres de los jovenes y los que ya no pueden serlo por mucho que lo intenten. Lo peor es que no se queda esta sociedad con lo "externo" de esa juventud, sino con el contenido de esa juventud. El anciano de nuestra "tribu" no existe como depositario de nada, el patriarca de nuestra sociedad no tiene quien le escuche ni quien le consulte. "En tu tiempo", me dicen algunos no tan jovenes, pensando en que soy algo asi como una reliquia, sin darse cuenta que "su tiempo" es el mio, pero peor: mi tiempo es mayor que el suyo; mi tiempo vivido es de mayor contenido, de mayor "altura" en el tiempo de la vida que el suyo. Les propongo, les reto a discutir sobre el tema de actualidad que propongan, pero no entran en el debate. Es un despilfarro, es un despropósito no contar con los "depositos de sabiduria" tan cercanos. Y asi, casi en cada generacion, se produce el "volver a empezar". ¿Quien no ha escuchado aquello de "déjame que me equivoque"?. Yo ya me siento a ver como tropiezan...sin poder hacer nada.
8 comentarios:
Vaya, hacia tiempo que no decías nada.Me alegra que estés por aquí nuevamente y... en Sevilla y no ir a la Feria?. ¿Con el tiempo que ha hecho?. Otra vez será. Y entrando en el tema, pues no se... yo le hago mucho caso a mis mayores, y les escucho. Lo de que todo el mundo quiere parecer joven es verdad y que el que lo es prefiere equivocarse también. Bueno quizas lleves razón.
Llevas razón J.A., hay una especial adoracion hacia todo lo que representa ser joven. Para mi, casi peor que no se haga caso a los mayores, que creo que siempre ha ocurrido, es que no se les respete, que no se les considere. La última generación poco caso hace de la anterior y es , probablemente, cuando ésta ya no está, cuando se acuerdan de ellos. Yo he escuchado en mi entorno de amigos decir muchas veces "como decia mi padre" incluso "decia mi abuela..."
No creo en la sabiduría de la edad. Creo en la sabiduría de la formación profunda y en la sensatez del talento. El tonto de joven, será un tonto de viejo y, quizás, doblemente torpe. La edad nos lleva a creernos de vuelta de muchas cosas y a encastillarnos en nuestras pequeñas vanidades, probablemente como un medio de defendernos mediante el atrincheramiento forzado por la incapacidad de actuar, por la escasez de reflejos. Cuando era pequeña leí un comic que relataba la historia de una tribu nómada que abandonaba a sus ancianos cuando a éstos les fallaban las fuerzas para seguir al grueso de la expedición. Ya entonces me sobrecogió la crudeza de los efectos de la decrepitud y todavía sigo sobrecogida, entre otras cosas porque cada vez está más cercana.
Lo que no quiere decir que no comprenda, y comparta también, tu punto de vista, Juan Adolfo; que creo que es un punto de vista de una persona mayor, pero no anciana todavía. Pues no tires la toalla. Niégate a considerarte fuera de juego. Los que están fuera de juego son esos jóvenes que pasan de nosotros. Nosotros no estamos todavía para que nos dejen tirados a mitad de camino. De hecho, somos de lo más útil para sostener a familia, amigos e, incluso, a meros conocidos... eso espero, por lo menos.
Yo creo en la sabiduría de los años, Clara, en la sabiduría que pueden dar los años. El tonto de tonto, como el viejo de viejo, como el triste de triste, lo serán siempre. Y también creo en el talento, pero entiendo que el talento lo tienes o no lo tienes, no creo que se adquiera; me refiero a la sabiduría que da el paso de los años: se supone que has leído mas, has sufrido mas, mas reído mas, has amado mas, has trabajado mas... y asi, has ido acumulando saberes... y pesares. Recuerdo el ejemplo que me pusieron sobre este tema: una mujer desde el balcón de su primer piso se lamenta porque un niño se ha caído y se ha hecho daño, pero resulta que otra desde el balcón de su planta catorce da gracias a Dios por la caída porque de no haber ocurrido lo hubiera cogido un coche... que ella veía y la del primero no. La "altura" en la vida debe servir para algo. Pero como siempre Clara agradezco tu lucidez.
Pensándolo bien, creo que lo peligroso es la soberbia, ya sea la de los jóvenes, o la de los mayores. El creerse en posesión de la verdad y actuar en consecuencia, no suele ser bueno para los demás, cuando no te paras a pensar en los otros. Pero es bien díficil escapar de ese vicio sin caer en la debilidad, el victimismo o en la autocompasión. Mi comentario, por ejemplo, empezaba siendo un canto al talento y terminaba como una especie de reafirmación de la autoestima, rayana en esa soberbia que ahora repudio.
Tu línea es más coherente, Juan Adolfo, y llevas toda la razón en el sentido que das a tu entrada. Es verdad que la experiencia es valiosa y, en general, no parece que se valore lo suficiente.
comparto contigo juan Adolfo, el tema de la madurez, es un equipaje tan importante como la vida misma.
Creo que no se vuelve a empezar en cada generación, ya que lo que te han inculcado en tu familia, eso queda para siempre. Mi hermano Rafael me lo decía, que había infinidad de cosas vividas con nuestros padres, que no se había dado cuenta en su juventud, pero ahora de mayor sabe que ahí habían quedado como un poso de café, alegrándose de que así fuera.No nos damos cuenta cuando somos jóvenes, pero en nosotros queda el poso de nuestros mayores, de lo que de ellos hemos aprendido y aun podemos aprender .
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