Llegó la época de los baños, de las playas, de las vacaciones y haciendo caso de nuevo a una fugaz admiradora-amiga (de mis dibujos), vuelvo a los recuerdos y aunque la época es propicia las circunstancias ademas, como casi siempre, han contribuido y ayudado a ello. Ayer, casualmente, (la circunstancia) me encontré con... una paisana... una paisana con diez años menos que yo, pero que compartia conmigo y mantenia vivas las imagenes, los recuerdos de entonces de familias, de conocidos, de la plaza adonde acudiamos a hablar de todo, hoy rehabilitada... para peor, de personajes, de calles, rincones, costumbres, paisajes de juventud...del pueblo donde pase una época de mi vida y donde ella nació... y fué agradable, porque al menos yo no sentí el paso del tiempo, ni añoranza alguna. Hablamos del baño a escondidas en la hermosa playa de arenas finísimas, que llamábamos de la Almadraba, creo recordar que en la Punta del Caiman, donde reposaban y descansaban los utiles que se empleaban, cuando llegaba "su epoca" en la pesca del atun, una playa recoleta, amplia, de arenas suaves... solo para nosotros, los cuatro o cinco amigos de pandilla, y de como llegábamos hasta alli, y del viejo puente de madera que cruzaba un ni siquiera aprendiz de rio, pero que nos servia para pescar cangrejos de hermosas y exquisitas bocas y camarones... y recordamos a aquel muchacho, quizas sin edad definida, ciego, sordo y mudo, que tallaba unos hermosísimos barcos de pesca sentado a la puerta de su casa, en la segunda calle pasada la tienda de tejidos y que tanto me impresionaba... y me sigue impresionando ¿que habrá sido de él?. ¿Te acuerdas de la panaderia, del olor a pan recien hecho? claro, yo jugue en el que entonces me parecia un gran patio cuando mi madre me enviaba a comprar el pan, -telera, como se le llamaba a un pan redondo y grueso-... y del puestecillo que habia a su entrada que nos vendia manzanas recubiertas de caramelo y paquetillos de algarroba molida, que nos dejaba la boca seca. Y del practicante que llegó un dia y se caso con la única hija de una familia conocida, parienta mia... y de los juegos en la fábrica de conservas que tenia frente al portal de mi casa en el muelle, con el olor a sardinas cocidas, las vagonetas, los enormes cocederos, los trozos de hojalata... y de aquel profesor de latin, Don Dionisio creo que se llamaba, que se "sacrificaba", entre clase y clase, con la penitencia de un vasito de vino en la bodega de al lado y que por la tarde cuidaba de la Biblioteca del pueblo que estaba en el Ayuntamiento y a la que acudia por aquella afición mia de entonces, y ahora, a los libros... y hablamos de los que se fueron y de los que se quedaron, de las que se casaron y de las que se quedaron solteras... de aquel amor juvenil ¿que fue de ... ?, de su casa que conserva aun y que heredó de su madre y que su madre heredó de la suya y así.
Es curioso como de nuevo la estación del verano, el encuentro fortuito con una paisana, personaje de mi tiempo aunque con menos edad, hace que se reavivan con tremenda nitidez escenas, cuadros, pasajes de un tiempo pasado, como si el tiempo por un momento se hubiera detenido y compartiesemos todo de nuevo...
10 comentarios:
Como si los niños que fuimos un día, descubriendo mundos grandiosos de luces y sombras superponiéndose a toda velocidad en nuestra creciente memoria vital, como si los adolescentes que a duras penas pudimos digerir las categorías absolutas del bien y del mal en que dividíamos cuanto se ponía a nuestro alcance, como si los adultos de nuestra primera madurez que estrenamos más o menos ansiosos la vida recien construída, como si todos ellos tuvieran vida propia y siguieran jugando, sintiendo y rodando cada uno a su manera, cada uno con su visión, cada uno con su canción.
Ahí deben de estar, niños audaces y asombrados, gritando y saltando las olas o los charcos de barro, chicos gritando su verdad a los cuatro vientos, hombres acariciando a sus parejas y a sus hijos, como si todos ellos fueran seres diferentes viviendo al unísono en una misma identidad que, de pronto, como tú con tu amiga, Juan Adolfo, mirara asombrada el tiempo pasado y oyera el eco de ese tiempo que, de vez en cuando, nos recuerda que somos todos esos que siguen ahí.
Llegó el verano y llegaron los mosquitos, los calores, los melones, los remojones y ... el gazpacho. Olé.
Anonimo, la verdad que me has dejado todo meridianamente claro; quitando algunas obviedades todo claro, muy claro. Siento que no te traiga nada mas que esos recuerdos.
No, no es nostalgia del tiempo pasado lo que me trajo estos recuerdos Clara, pero no se tampoco como definir el sentimiento; quizas solo recuerdos de una época, de un trozo de vida que, quizás también, contribuyeron a que seamos como hoy somos. Pero las imágenes, como dices, estan ahí y nos llenan de asombro, al menos a mi, la nitidez con que se nos muestran.
Anónimo es Sancho Panza y clara y
Juan Adolfo son dos Quijotes,..
la tierra y el cielo... cada uno tiene su importancia.. Sancho demostró que hubiera sido un buen gobernante de la Insula de Barataria.. a lo que iba, tal vez la nostalgia sea un error..
No es nostalgia. Tengo la firme creencia de que vivimos acumulándonos, creciendo en nosotros mismos como una bola de nieve, cuyo núcleo sigue ahí. Me gusta pensar que la niña que fui está conmigo, vive en mí, igual que la vehemente y segura adolescente que dedicaba al mundo su mirada juzgadora, poseedora del bien y del mal. La verdad es que casi nunca las puedo encontrar, de tan dentro que las debo tener. Pero me encanta saberlas ahí. Ellas no me reconocerían, desde luego. Quizás es que no he alcanzado sus expectativas, demasiado exigentes, dadas las circunstancias. No es nostalgia ni quijotismo. Es el eco, siempre el eco.
Es curioso lo que dice Clara. Personalmente yo tengo una gran consciencia de mi epoca juvenil, como si todo estuviera en ella y partir de ahi como si empezara una carrera con los ojos vendados de la que sus recuerdos no me interesan tanto.
Cuando llega el verano, no se si será por la luz que da alegría o por la falta de frio, no sé , te trae a la mente una serie de recuerdos, tanto de la infancia como de la adolescencia. Está en mi recuerdo, los calurosos veranos de la provincia de Huesca (Berbegal), donde viví hasta los diez años. Las vacaciones, jugar en la calle, la siega , la recolección de la uva a finales del verano, todo ello lo tengo en mi mente como un lejano recuerdo, como un poso. Después ya en mi adolescencia en Tánger, el final del curso, mis amistades de entonces, de las que todavía conservo algunas, la fiesta que se hacía en el Instituto para la ocasión, la playa con mis hermanos, mi madre y sus hermanas,(mi padre no, porque no le gustaba) y luego más tarde con mis amigas. Todo ello está ahí, no se borra, no quiero borrarlo y todo forma parte de mi, de mi forma de ver la vida y de lo que soy.
Nada de lo que se ha vivido cae en saco roto, para bien o para mal y en este caso creo que para bien.
Actualmente, el verano en Sevilla casi no lo soporto, el calor me puede “ estoy vieja”. Si pudiera me iría desde Junio a Septiembre, donde la temperatura es soportable, playa, montaña o en cualquier otro lugar fresquito.
Ya ves Juan Adolfo, son vivencias muy sencillas, pero para mi muy importantes.
Si, es verdad Dalila, son recuerdos sencillos, pero es que siempre lo son y casi siempre también van unidos a ratos felices, agradables y enlazados de alguna manera a la época del verano, quizás porque se disponia de mas tiempo para estar en el sentido amplio de la palabra o de un "tiempo" distinto, mas aprovechado, de mas tiempo. Yo hasta ahora creo que no se "está viejo" se es viejo que es distinto. Lo normal es que se nos vaya "arrugando" el cuerpo pero no tiene porqué el espíritu o si quieres las neuronas, Por otro lado tu no estas vieja.
Estoy de acuerdo contigo Dalila. El verano siempre nos trae recuerdos bonitos, porque estamos mas tiempo con los amigos, con la familia, estamos mas libres... incluso conociamos otros sitios... vamos que nos lo pasabamos bomba y ademas casi siempre recordamos y en muchisimas ocasiones conservamos los amigos de entonces.
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