Mi Semana Santa
Una entrevista en la prensa a un cura conocido, joven, creo
de vocación tardía, abogado, y a lo que dijo, entre otras cosas, sobre las
Hermandades y la idolatría, me ha hecho reflexionar
sobre un tema redundante para mi: lo que se suele llamar la religiosidad
popular, como si hubiera distintas religiosidades. Decía, muy resumido, que las Hermandades debían de preocuparse menos por la estética, horarios y demás y ocuparse mas por la
religiosidad. En cuanto a la idolatría, muy resumido también, decía que las imágenes no son mas que representaciones pero en ningún caso deben ser motivo de adoración.
Hace años, bastantes, cuando imperaba
el nacional-catolicismo, y vivía mi suegra, desde su balcón de la calle peatonal donde vivía, mi suegra, procesionaban los distintos pasos de las
distintas Hermandades. Yo era entonces novio primerizo, con lo que ello
implicaba por aquellos años. Pues cuando los citados
pasos pasaban justo debajo del balcón desde el que lo contemplábamos, todos, el de mi suegra y el de los demás, las personas que en ellos disfrutaban del
acontecimiento, se ponían de rodillas, se santiguaban
y murmuraban algunas palabras, que, de verdad, nunca pude descifrar que decían. Este comportamiento ya entonces no lo entendía y a mis veinte hermosos, rebeldes y añorados años me mantenía en pie: quería ser coherente con lo que
realmente sentía. Tengo grabadas las miradas,
feroces miradas de todos aquellos que llenaban los balcones próximos y cercanos al que yo estaba. Muchísimo mas la mirada de mi suegra y la que dirigía de inmediato a mi antigua novia. Sentía que de un momento a otro me convertiría en un crucificado mas. Pero no, me libre.
Y no lo entendía entonces, como sigo sin
entenderlo ahora muchos años después. Es evidente la evolución en la sociedad española
en todos estos años pasados. Hoy es muy raro ver que en algún balcón se
arrodilla nadie, al paso de las procesiones, si, sin embargo, casi todos, hacen
la señal de la cruz a su paso. Y la adoración. Se ha perdido el gesto, la
forma, pero se sigue manteniendo el fondo.
No entendía, ni entiendo ahora, que pueda
adorarse a unas imágenes que, a lo mas, se quiere,
se pretende, con ellas tratar de representar un hecho, parte de un
acontecimiento con la mayor fidelidad posible y que vaya usted a saber como
ocurrió realmente, porque datos,
datos de verdad no hay y eso que he rebuscado.
Estas manifestaciones publicas de verdadera adoración de imágenes no solo tenían lugar entonces, y lo siguen teniendo actualmente, en el caso de la Semana Santa, sino en muchos
actos litúrgicos, al que la festividad
del momento, la Navidad por ejemplo, les añadía, por así decirlo, algún “añadido”. Volviendo, y recordando, al entonces, debía ser en Navidad, quiero pensar que, después de una ceremonia religiosa, misa supongo, pues el
sacerdote bajaba hasta el comienzo del pasillo donde se encontraban los fieles
con uno de los llamados Niño Jesús que sostenía como si de un bebe se
tratase y con un pañuelo en la otra. Los fieles
entonces, en fila, uno a uno, y con una seriedad digna de mejor elogio, besaban
su pie, no se si el derecho o el izquierdo, mientras el sacerdote pasaba el paño con encajes por la parte besada. De acuerdo con la rebeldía de mis añorados veinte años, y la coherencia de entonces, que conservo,… me quede sentado. No quiero repetir esas miradas a las que
he hecho referencia mas arriba. Y hoy las entiendo y las comprendo; un “niñato” de muy poco mas de veinte años venia a transgredir la
norma, el comportamiento social de una sociedad, escandalizando sin mas al
romper reglas aceptadas por todos. No se si con la fe de creer en ellas o por
no querer, ni por asomo, entrar en el que dirán. Tampoco se que pensarían individualmente.
.- Tu, novio es un hereje.
Me decían entonces y lo que mas me
llama la atención es que me lo dicen en la
actualidad. Claro que la adoración de imágenes no ha quedado olvidada sino que tengo la impresión de que ha aumentado. Y mi critica por ello también.
Y creo que la Iglesia, los hombres de la Iglesia,
pasivamente, tácitamente, casi como quien no
quiere la cosa, como cuando se dice “hacen la vista gorda”, para mi, han contribuido, y mucho, a todo ello. Han
tenido, tienen y siguen teniendo medios para reprender y orientar a los fieles
sobre ello... y lo dejan hacer. Esta denuncia de este Cura joven,
universitario, de vocación tardía, consciente de la sociedad en que vive, no se si es una
excepción, pero podría ser el comienzo de algo.
La primera vez que presencie la Semana Santa de Sevilla,
estudiaba entonces por aquí, se la describí a un familiar de mi antigua novia, con el que mantenía una relación epistolar muy interesante
tanto que algunas de sus cartas, epístolas, las conservo aun. Es
una pena que se haya perdido este tipo de relación y que se haya sustituido por
unas pocas frases en un correo llamado electrónico con el que se envían... cualquier cosa. Ponerse a escribir sobre un papel en
blanco aprovechando un rato de intimidad y a veces de silencio, brotando las
ideas y los sentimientos pausadamente, describiendo o exponiendo ideas o
pensamientos era, es, un placer, una manera de estar con uno mismo, con sus creencias,
con sus deseos, con sus esperanzas, que volcabas sobre ese espacio blanco con el deseo de que llegaran al que en verdad
eran destinadas… Me contesto a vuelta de correo...
horrorizado, me dijo. No recordaba una descripción de la Semana Santa en
Sevilla en los términos en que yo lo hacia.
Entre otras cosas le decía:
.- Soy incapaz de entender como a una madre que esta
sufriendo por el martirio que le están haciendo a su hijo amado...
la pongan a menear el culo.
.- ¡¡La están meciendo.!! -me escribió, supuse, indignado- Es la
manifestación de la religiosidad popular
de un pueblo.
Seguramente, pero lo que yo aprecie, visto por detrás, era la imagen que le describí a mi amigo. Y es lo que se sigue apreciando. Y no acepto
lo de religiosidad popular porque... tampoco lo entiendo. La religiosidad, para
mi es la religiosidad, sin mas. No acepto que haya religiosidad de primera o
segunda categoría. Lo discutía hace muy poco, dos o tres semanas con amigos, muy
relacionados con las Hermandades y su mundo, que venían a decir lo mismo; que esas manifestaciones entraban dentro de lo
que podía denominarse religiosidad
popular. Y yo digo que amparados en esa religiosidad pues pueden adorar imágenes, sin que ello se denomine idolatría, pueden rezarle efusivamente, devotamente incluso… y es que tienen fe.
.- Es que tu no tienes fe.
No se en cual de los cuatro Evangelios se dice: Cuando
quieras hablar conmigo ve a tu habitación y allí haz oración." Mas o menos.
Nuestra religión en sus comienzos, como sigue
manteniendo el islam, no permitía imágenes, ni representaciones de Dios. Y me parece muy lógico. Evidentemente se corre el riesgo de que se acabe
adorando a la imagen y no a lo que representa, como ha ocurrido y sigue
ocurriendo. Parece como si la presencia de alguna imagen, se hubiera hecho
imprescindible cuando se quiera hacer oración.
Pero es algo extendido, desde las romerías hasta... las charlas del Opus. Las romerías para mi son la manifestación mas pura de la adoración de imágenes, de idolatría, hablando claro. Y en el caso del Opus Dei, y hablo por
experiencia. En una esas charlas, antes de entrar en la sala donde se iba a
celebrar... no se, la charla, el retiro o lo que sea, pues solía estar colocado, al menos era así en este caso, un crucifijo de madera pintado en negro con
la parte vertical muy larga. Uno de los numerarios antes de entrar beso el
madero, siguiendo a Machado, y tras el lo hicieron todos los que iban a asistir.
Y al que, en este caso, no lo hizo, paso sin mas a la sala, al terminar el
acto, con mucha delicadeza le preguntaron el porque. “No parece muy higiénico”, contesto, “y no creo que ello suponga
dudar de mis creencias”. No obtuvo respuesta alguna. Una
muestra mas que esto de las adoraciones continua igual o con mayor pujanza.
Conocí al Opus Dei durante algunos años, pero eso es otra historia.
De la llamada Semana Santa, hace tiempo que he dejado de
ver en ella algo de religiosidad y lo que observo cada vez mas es espectáculo, puestas en escenas, estética, como dijo en su
entrevista el Cura referido... una belleza increíble en las imágenes, y unos Cristos impresionantes...
Hace años entre en la Catedral a ver
las hermandades desde dentro de ella, y es algo hermoso. Sin ruido, sin música, sin mas sonido que el paso de los nazarenos y los costaleros,
destacado todo sobre muros y cristaleras centenarias, con una iluminación tenue... no cabe duda, de que, al menos para mi, invita a
la reflexión y al recogimiento.
Pero son solo cosas mías.
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