.- ¿Que estas leyendo? Me decía cuando me veía con uno de los libros que
había en ella.
.- Espera, espera. Buscaba entre los libros y cogiendo uno
de ellos me decía:
.- Primero lee este, que sino no vas a entender el que
estas leyendo.
Pero estaba hablando de una pequeña estatuilla que había sobre la biblioteca y que se
trataba de la Venus de Milo, de una reproducción de una bellísima y perfecta mujer que había encontrado un campesino en
la isla de Milo, el 8 de abril de 1820, pequeña isla volcánica griega del Mar Egeo, perteneciente al archipiélago de las Cicladas.
La Venus de Milo representa a Afrodita, diosa de la belleza y del amor y
que según la mitología griega nació de la espuma. Desde entonces
tengo grabada su imagen; no tengo mas que cerrar los ojos para evocarla, para
traerla de nuevo y disfrutar de su belleza. Están entre los mejores recuerdos
de mi infancia- adolescencia; adoraba esa imagen, me quedaba absorto observándola, observando sus líneas perfectas, su indudable
belleza. Recuerdo su cabeza y su perfil griego sobre un cuello de unas
proporciones increíbles, y un cuerpo esbelto
semidesnudo que tan solo provocaba en mi admiración y asombro. No se que fue de
ella; lo mas probable que se rompiese o se extraviase en la mudanza que hicimos
cuando nos fuimos a vivir a otra ciudad. No volví a disfrutar de su belleza,
pero si la tengo guardada entre mis mas queridos recuerdos. Como tampoco supe
que paso de aquella prensa que colecciono mi madre, ni aquellos fascículos, ni las revistas de la época. Y me vienen estos
recuerdos porque me lo preguntaban en una de las líneas verticales de un crucigrama.
A veces unos recuerdos se unen con otros de tal manera que
la evocación de cualquiera de ello
arrastra inexcusablemente al otro. La biblioteca de mi madre, su contenido, los
ratos hermosos que me dieron la lectura de muchos de sus libros, una pequeña reproducción de una estatua griega,
representante de la belleza y del amor, se unen para formar parte de una época de mi vida; del inicio de mi adolescencia
Y me llama mucho la atención de que manera tan fuerte se
quedan grabados unos momentos, unas actuaciones, unas imágenes, unas palabras... hasta un lugar y una luz. Porque
solía leer, los libros que habían pasado por el filtro orientativo de mi madre, en un
butacon que estaba junto a la biblioteca y que formaba parte de un conjunto de
ellos y al lado de una ventana que daba a la "calle de atrás" de la casa
donde vivíamos y a la que salíamos salir por lo que se denominaba entonces "la
puerta falsa".
Lo curioso es que ese rincón donde solía leer era también usado para tocar el laúd. No recuerdo como llego a mi el laúd. Si recuerdo que, dado el estado en que se
encontraba, me metí nada menos que a repararlo, porque cuando llego a mis
manos estaba bastante deteriorado y recuerdo haber intentado su reparación al menos de manera suficiente como para que pudiera ser
tocado y escuchado su sonido. Tampoco recuerdo que paso con el laúd si se que fue sustituido por una guitarra de la que
aprendí a tocar los acordes mayores y
menores gracias a Don Benito, el practicante del pueblo y que acudía a ponerme inyecciones a fin de calmar las molestias de un
cólico nefrítico, que por aquella época, mas o menos 15 años, ya empezaron a aparecer.
Escribiendo estos recuerdos recibo un "WhatsApp"
de una amiga en el que me enviaba una foto de una puesta de sol de un lugar que
no reconocí.
.- Por favor, me dijo, es de Isla, de Isla Cristina. Y esta
tomada desde el puente.
Ella, como yo, había vivido en Isla Cristina y
ella, como yo, guarda muy buenos recuerdos de cuando, como yo, la vivía. Es vecina y solemos hablar de cosas y gustos comunes y
de... Isla Cristina. El puente a que hacia referencia era un puente con
estructura de hierro apoyado en unos
pilares, concebido para paso de vehículos. Los peatones lo
cruzaban a través de una especie de aceras, en
los dos lados, protegidas por una
barandilla, que era precisamente la que se veía en la foto que me mandaba mi amiga. A mi puente lo habían mutilado. Agarrándonos a esa barandilla y
balanceandonos, llegábamos a uno de los soportes
del puente y desde el nos poníamos a pescar ... ¡Arbures! Es una especie de lubina pero con una carne muy
basta.
Como le dije a mi amiga, yo vivía cerca de allí, justo frente al río y a la fabrica de conservas Mirabent. ¡Que tiempos y que recuerdos y que manera tan estupenda de
vivir la vida entonces!.
Que casualidad estar recordando a la Venus de Milo y la
Biblioteca de mi madre, de cuando estaban en Isla Cristina y la llegada de este
whatsApp de mi amiga.
A ella como a mi le gustan los recuerdos.
1 comentario:
Siempre entrañable, sencillo y a la vez sabio...Esa sabiduría de saber apreciar lo pequeño, lo cotidiano, los recuerdos del pasado y el no renunciar nunca al recuerdo de las personas queridas que ya no están...Me alegra que tengas tiempo también en verano para escribir, y que nos sigas regalando estos trocitos de tu vida, que en más de una ocasión de parecen tanto a la mía...
Publicar un comentario