Una amiga, que me hizo una hermosa semblanza en su blog, entre otras cosas decia ..."ojala vuelva a sus recuerdos en el futuro...". Y vuelvo a otro de ellos y se lo dedico a ella, porque de alguna manera los deseos de otros a veces nos estimulan.
Era ya de noche, pero cálida como suelen ser las tardes-noches de esta parte del sur de España (Huelva) y que anima a que las calles se llenen de gente; comprando, paseando, tomando una copa o esperando como yo dentro del coche a que mi mujer llegara, ya que al estar mal aparcado no me atrevia a bajar de él sin el riesgo de una multa. Habiamos ido a ver a la familia, como soliamos hacer frecuentemente.
Tenia el cristal de la puerta bajado; la temperatura era tan agradable que invitaba a ello. Me habia dispuesto a oir música y a acumular toda la paciencia que se requiere para estos casos cuando, en un momento dado un rostro de mujer hermoso con unos ojos negros enormes, vivos, profundos, se me aparecio y sin reaccion por mi parte me espetó: "¿Quieres que te diga la buenaventura?". La aparición, repentina, me sobresaltó. "Es muy joven", me dije. No me dio tiempo a contestar: "Anda guapetón, déjame que te lea la mano". Sin mirarle casi le dije que no con la cabeza. Ella inisistió: "Dame la mano", me dijo haciendo ademan de cogerla. Mi mirada la detuvo, pero seguidamente empezó a contarme la historia de sus "churumbeles". "Tengo dos churumbeles que tengo que darles de comer,... anda dame algo." ¿Y el padre de los churumbeles? le pregunté. "Anda dame algo, no tengo otra cosa que esto", -se referia a pedir a cambio de dar la buenaventura-. "El padre se fué..." y mientras seguia contándome su historia saque algo de dinero y sin decir palabra se lo dí. Lo cogió rapidamente, tan rapidamente como dejó de contarme su historia, pero cuando vió lo que le habia dado... supongo que seria mas de lo que hubiera esperado, no ya como limosna, sino como pago de su "trabajo", me dijo de nuevo "dame tu mano", pero entonces le habia cambiado la voz y la expresion de su hermoso y agitado rostro y la fuerza de sus ojos. Dudaba y ella lo supo, "Dejame leer tu mano" me dijo ya muy firmemente. Muy despacio, llevado quizas por el tremendo cambio que se habia experimentado en el rostro de aquella mujer, le dí mi mano. "No, la otra". La cogió entre las suyas, manos muy trabajadas pero proporcionadas, poniendola hacia ariba. Con una mano me la asía y con los dedos de la otra fue recorriendo las líneas de mi mano: la de la vida, la de la salud, la del amor, la de la fortuna... los hijos, los amores, la muerte... De pronto, bruscamente, cerré la mano y la retiré de las suyas: sentí que me desnudaba, que entraba en mi intimidad, en mi destino, en el yo de dentro... y temí me diera noticias mias que yo solo conocia y de otras de las que aun no tenia conocimiento, y no queria que eso ocurriera; no queria saber. Me miró extrañada mas que sorprendida. "Déjalo y cuida mucho de tus churumbeles" le dije serio. Me miró de nuevo muy, muy profundamente: "Y tu procura ser feliz". Y se fué.
Y durante un tiempo tuve sobre mi aquel rostro último hermoso, sincero, noble, con unos enormes ojos negros que durante unos instantes habia tenido la sensación de que habia "leido" mi vida.
4 comentarios:
Juan Adolfo, yo tengo una anécdota, no como la tuya, pero también sobre la predicción del futuro. Íbamos por una feria, en Filadelfia: mi marido, su hermano, y un amigo. Los cuatro muy jóvenes. Pasamos por una caseta donde una gitana rumana leía la fortuna, los tres chicos me empujaron dentro y yo, muerta de risa, me senté mientras que ellos observaban. La gitana extendió la mano y no hablaría hasta que le diera 50 centavos –mucho para entonces. Uno de ellos le dio el dinero. Ella sonrió como una verdadera bruja.
Me dijo: “Toda tu vida tendrás a un hombre pendiente de ti”. Luego extendió otra vez la mano y quería otros 50 centavos para pronunciar la siguiente obviedad. Me levanté y nos salimos riendo. Hay quien predice el futuro por lo que ven y otros por lo que intuyen.
Es un mundo curioso con muchos aprovechados-listillos y mas incautos. Yo tengo otra anecdota ocurrida aqui en Sevilla. En toda la zona turistica, Catedral, Barrio de Santa Cruz, etc., hay muchas gitanillas dispuestas a decirte cosas de ti y a ofrecerte un ramito de romero. Dado que yo suelo pasear mucho por esa zona, entre la bufanda, el chaqueton, la barba y la máquina fotográfica que siempre llevo conmigo, me toman por un turista y siempre les digo lo mismo: "que soy indígena" "de Triana", "Po dame argo hijo". De todas maneras el tema me interesa.
Es un tema bien interesante, sí. Ya se trate de videntes o de brujas o de gitanas, si son buenas suelen ser muy perceptivas y desoir nuestras palabras mientras que leen nuestra mirada y nuestras actitudes como en un libro abierto. Nunca me he decidido a acudir a ninguna, fundamentalmente por escepticismo, pero tengo que reconocer que no solo por eso. El sentimiento que te hizo retirar la mano, Juan Adolfo, es quizás el que a mi me impide adentrarme un poco en ese mundo.
"Ese mundo", tu lo has dicho, Clara. Ya hace mucho tiempo que me intereso por este tema, al que la ciencia ya le ha dado forma. Todo empezó con Mesmer,el "mesmerismo", con sus estudios sobre transmisión del pensamiento y esas cosas. En Alemania me parece que se creó la porimera catedra sobre lo que hoy llamamos Parapsicologia. Los jesuitas saben mucho de esto. El Padre Oscar Gonzalez Quevedo, que estuvo mucho tiempo en Brasil, en Brasilia concretamente, por aquello del "vudú" y demas, tiene escrito libros muy interesantes.Tambien muy interesante es lo que dijo el Padre Pilon, otro jesuita: "todo ocurre de tejas abajo". Y creo que tiene razón.
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