Suelo
tomar café con él con cierta frecuencia y es
un disfrute hacerlo. Es mayor que yo y, en cierto modo, viene a recordarme a
esos amigos de mi infancia que tanto hicieron porque despertara al conocimiento
y para los que siempre encuentro alguna razón para traerlos a mi memoria.
No me lleva tantos años como aquellos, pero siento la misma curiosidad que
entonces cuando me habla. Hablamos de todo, de lo divino y de lo humano y lo
que más me
llama la atención, además de su portentosa memoria, es su enorme curiosidad por
todo, como si estuviera empezando en el la vida, pero quizás de lo que mas hablemos sea
de medicina; es médico y se le nota su pasión por la medicina, tanto que
ha hecho que me enamore de ella y sobre todo de su Historia, muy particularmente
por los sucedidos que ha vivido. Pero ya no ejerce. "Tenias que haber
estudiado medicina", me repite de vez en cuando.
Si hay
algo que especialmente me atrae de él son sus recuerdos de infancia y juventud, como ya he
dicho tiene una gran memoria, muchos de ellos relacionados con las costumbres y
los usos que sobre curaciones se habían ido transmitiendo de
generación en
generación en
su pueblo. Me contaba las curaciones que le hacia su abuela y las que se hacían entre los hombres y mujeres
del campo de la época. "Mi abuela me aplicaba sobre esos tremendos
granos que nos salían entonces, una tira de tocino que sujetaba con una
venda." "En el campo, cuando aparecía un forúnculo, aplicaban sobre el una
rana abierta por el vientre que cogían en charcas conocidas. Fíjate que mas tarde se comprobó que tenían una explicación científica, ya que el barro que tenían adherido de las aguas donde
vivían
tenían
propiedades antibiótica y antiinflamatoria." Me contaba. Hablábamos también de las plantas, de las plantas con propiedades
medicinales y precisamente la historia que me contó y con la que me quede
enganchado tenia que ver con las plantas medicinales y ... nuestra nefasta, tremenda Guerra Civil.
Al
parecer vivía en el pueblo, entre otros muchos, un hombre de campo, un
bracero al que además de su trabajo le gustaban las plantas; las conocía, las recogía y las clasificaba, y
guardaba en su memoria todo ello; este hombre de campo no sabía leer. Al parecer mi amigo,
niño, lo
conocía y
sabia de su afición y en un momento dado llego al acuerdo de dibujarle cada
planta que el iba recogiendo, con sus
hojas y sus semillas y no se si algún dato mas, lo que hoy definiríamos como una ficha. "Yo
le fui dibujando cada planta en unas hojas de papel que el guardaba como un tesoro."
Como era natural con el tiempo llego a establecerse entre el hombre de campo,
de inteligencia natural y el niño curioso y ya de escuela, una sincera y desprendida
amistad. Cierto día. inesperadamente y sin aviso
alguno, vinieron a buscarlo un grupo de hombres del pueblo para llevarlo a la cárcel. Nadie daba crédito a lo que estaban viendo,
era un hombre pacífico, sencillo, con la sencillez del hombre de campo
dedicado a su familia, a su trabajo y a su afición por las plantas, no se le
conocía
amistades raras, ni historias de violencia, ni ideología alguna... pero estábamos en nuestra incivil
Guerra Civil. No había explicación, como tantos casos de injusticia y barbarie humana que
traen las guerras civiles, en la que cualquier detalle, cualquier gesto,
cualquier palabra dicha sin ninguna intención, era suficiente; rencores,
envidias, celos... cualquiera sabe. Más tarde dijeron que se lo habían llevado a la capital; tanto
su familia como todo el pueblo supieron lo que significaba: ya no lo verían mas, lo iban a fusilar. Pasó el tiempo y su mujer se fue a
vivir con sus padres y no supieron mas de él. Sin embargo un día, cuando todo estaba casi olvidado, su viuda o su mujer,
observó cómo habían deslizado un papel por
debajo de la puerta. Cuando lo cogió comprobó que era una de las fichas que había confeccionado su marido con
el dibujo que le había hecho el niño amigo. Por detrás había mal escrito: "Estoy vivo".
Por el
pueblo corrió el rumor de que se había escapado de la cárcel; pero no volvió y nunca mas se supo de él. Pero a mi amigo-niño se le quedo grabado de por
vida la historia. "¿Por qué no volvería?" Me preguntaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario