Mi amigo el cura del pueblo
Murió Don Luis, el cura Don Luis. Me entere bastante tarde y por
casualidad, justo al encontrarme con un antiguo conocido del pueblo y hacerme
referencia a ello. Lo que pasa es que mientras el lo comentaba como el hecho normal de la muerte
de un párroco
que estuvo unos años en su pueblo, para mi tenia, significaba algo mas. Si, porque
quizás lo viví mas de cerca… y de pronto me vinieron a la
memoria los recuerdos.
Cuando llego al pueblo era un cura joven, alto, bien
parecido, al que le asignaron, bueno no se si se dice así, la Iglesia del Carmen, aun
por terminar.
La Iglesia del Carmen estaba ubicada, situada, al final de una avenida,
con suelo de albero que podía verse desde la fachada del Ayuntamiento, y casi desde el
comienzo del paseo, -- el único, el que tantas veces fue
lugar de reuniones y encuentros, de besos robados y encuentros furtivos--, y en la que había pocas edificaciones creo
recordar; el cine de Felix" y algo mas, un Bar creo recordar, grande por
cierto, que actualmente es una Cafetería, por la izquierda, y por la
derecha una larga tapia, creo que perteneciente a una panadería, a la que mi madre me
mandaba a comprar el pan, -la talega le llamábamos-, un pan que recuerdo riquísimo, y que no se cómo se le denominara hoy, una calle que la atravesaba, una pequeña plaza y la Iglesia, como decía antes, sin terminar, más bien sin revestir sus
fachadas. El resto, salvo el chalet que se hizo el Sr. Alcalde, era zona
deshabitada, de arena, y que nos llevaba a una edificación, blanca y azul, de no muy buena reputación y a un desvencijado puente
de madera que salvaba lo que no se cómo denominarlo, porque no era ni río, ni aprendiz de ello por
supuesto, pero eso si, tenía unos magníficos cangrejos de roca y una gran cantidad de camarones,
que cuando podíamos tratábamos de coger, y que nos permitía pasar, el desvencijado e
inseguro puente, a unas hermosas y cálidas playas de
arenas suaves y blancas, de la Punta del Moral ¿o del Caimán? no lo recuerdo bien.
Por aquel entonces la Iglesia, del Carmen creo, me parecía una Iglesia enorme, casi
monumental, acentuada su apariencia quizás por su soledad en la avenida
y que cuando he vuelto, por cierto ya terminada, la he visto muy normal, como
muchas Iglesias. Me ocurrió también cuando volví ya mayor a visitar el pueblo de mi madre, Tavira, en
Portugal; no había vuelto desde que tendría 10 o 12 años y, me gustaba más la Tavira de mis recuerdos
de la niñez,
quizás porque
en esos recuerdos iban incorporados silencios, asombros, olores, imágenes, espacios amplios, mucha
luz,.. un bonito y hermoso templete de música rodeado de agua con peces de colores... la plaza de
abastos con sus típicos olores, los pequeños barcos de pescan
recorriendo el río, seguramente volviendo de la faena y con prisa por entrar
en buena hora de venta... A veces pienso si esos recuerdos infantiles no son más que sueños idealizados de imágenes que se fueron quedando
con el paso de los años y que la realidad fuese otra; pero me da igual, prefiero
los recuerdos idealizados, aunque puedan ser sueños.
“”Doña Concha, ¿me da permiso para llevarme a su hijo a charlar un
ratito?" . Por aquellos años eso de salir a deshoras, 11 de la noche, no era muy
normal que digamos y, por supuesto y menos aun, sin el permiso de tus padres.
Te podía
costar un disgusto, si no cumplías las reglas, como me ocurrió a mí. Claro que como siempre, había padres más o menos tolerantes y a mí me toco el de menos: me habían dicho a las 11 y llegue 10
minutos más
tarde. Ni siquiera tenía reloj, --me lo regalaría más tarde mi abuela Maria, --creo
recordar, te guiabas por el del Ayuntamiento, que veías desde el lugar donde nos reuníamos los amigos de entonces, pero, claro, con la conversación y lo que no era la
conversación, se me paso echar una ojeadita al reloj ... y me encontré con la puerta de mi casa
cerrada... y con la voz de mi madre desde la ventana diciéndome: ""Niño, toma dinero y vete a la
pensión de
Doña
Rosario, tu padre dice que ya no entras."" Es real.
No recuerdo cuanto tiempo duraron aquellos encuentros que
me sirvieron para poder discutir de lo
que hasta ese momento solo había sido posible en casa y con mi madre y por supuesto para
ver un poco mas de aquellos temas aunque no por ello los entendiese mas, como
sigo ahora. Supongo que hasta la fecha en que mi padre tuvo que dejar el pueblo
y, con él, la
familia.
No volví a ver a Don Luis hasta muchos años mas tarde en una celebración de una boda, a la que él había ido no como cura, sino con
su mujer; había dejado la sotana, se había divorciado de Dios, y se había vuelto a casar... con una
mujer. Cuando me acerque a saludarlo no me reconoció. Me pareció lógico, es mucho cambio físico el que tenemos desde los
14 o 15 años a
los 50 que ya tenía. No volví a verlo ni supe mas de él pero quedo para siempre esas
charlas nocturnas, robadas a "mi padre", pero autorizadas por mi
madre.
Conociéndole entendí perfectamente su
divorcio.
1 comentario:
Muy bonito, diría mas, entrañable. Para añadir a tu libro de memorias, que seguro estarás escribiendo pues materia tienes y gusto no te falta. La historia, conocida en líneas generales, por las veces contada. El desenlace, lo ignoraba, divorciado de Dios y supongo, casado por la Iglesia. Me a gustado su carácter intimista, en definitiva ENTRAÑABLE.
Publicar un comentario