Rocío
Aparecía sin hacer ruido alguno
entrando por la puerta de atrás, por la puerta falsa, como
se decía entonces, del chalet de la
hermana de mi mujer, en la hora de la siesta del verano. Yo la estaba
esperando. No tendría mas de 13 o 14 años. Llegaba al salón-comedor arrastrando un poco
una pierna y encogida la mano y parte del brazo correspondiente: la polio. Sin
decir nada se sentaba a mi lado.
.- Hola Rocío.
.- Hola.
Acudió a la cita todos los días que estuvimos en aquella casa.
Paso el tiempo y tuve otros dos hijos mas del que tenia
cuando venia a visitarme y seguíamos visitando de vez en
cuando a la familia, a los abuelos. En una de esas visitas, en la misma calle
donde vivían uno de ellos, en un rato de
paseo o de volver a casa, en un momento dado, de pronto, siento que casi se me
echa encima una chica muy morena, alta delgada, muy sonriente que me da dos
besos con mas alegría todavía. Al ver mi cara me dijo: soy Rocío... y fue al ver su mano caída
cuando supe de que Rocío se trataba. Me había reconocido.
Paso mas tiempo y como suele ser a una velocidad tremenda.
Un día, de los que dedicamos al
veraneo, que no al descanso, inesperadamente, me llama al móvil una amiga, mas de mi mujer que mía, ya que no
recordaba haber hablando mas de dos
veces con ella, saludándome como si nos viéramos diariamente y como si
disfrutáramos de una gran amistad. Me
recordaba de los años del Centro, así llamábamos a una casa donde nos
reuníamos una serie de amigos con
inquietudes casi comunes, que exponíamos bien escribiendo o en
reuniones de tertulias. Yo no la recordaba a ella y tampoco recordaba haberle
facilitado mi numero de móvil. Quería que nos viéramos. Había alquilado una casa en esta zona de playa. Y nos vimos. La
verdad que parecía tener mas detalles y opinión de mi que yo de ella. Quería
conocer el parecer mío sobre unos escritos poéticos escritos por su hermano, residente entonces en
Ecuador. Pero lo realmente importante de esta cita inesperada fue cuando me
dijo:
.- Rocío, la hija de mi prima.
Seguía sin saber quien era Rocío y menos su madre.
Al darme detalles supe de que Rocío se trataba.
Volvía a sorprenderme que una niña de 13 o 14 años, al cabo de... otros muchos,
siguiera acordándose de alguien que en un
verano de su vida, por un rato robado a la siesta y por unos días, la escucho.
Volví a ver a esta amiga un par de
años mas tarde, en uno de esos
encuentros que alguno antiguo amigo nostálgico se encarga de celebrar
de vez en cuando y que no les encuentro mucho sentido, sobretodo cuando hemos
cambiado tanto, con concepto de vida distintos y, sobre todo, habiendo tomado
caminos ideológicos muy diferentes.
.- Rocío me ha preguntado por ti.
De pronto sentí el deseo de saber de ella,
que había pasado con aquella niña.
.- Déjamelo que la voy a llamar.
Ese mismo día la llame. Cuando me reconoció, me ubico, fue tal la alegría
con que me recibía que no soy capaz de
describirla.
.- ¿Dónde estas? me pregunto.
.- Estoy en Punta.
Punta Umbría es un pueblo pesquero, de veraneo, solo a 20 km.
donde reside habitualmente Rocío.
.- ¿En Punta? Tenemos que vernos,
quisiera verte. Tu tienes coche?. Que alegría...
. - Si, claro que si. Por supuesto que me alegrara verte..- Por la mañana me viene mejor y me avisas antes. ¡Que alegría oírte!
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