Yo viví durante algunos años en el
pueblo y me sentía tan bien que, cuando
llego la hora de irnos, mis padres se trasladaban a Huelva, se me vino el mundo encima, tanto que mi madre
decidió hablar con una amiga para que me acogiera durante unos días hasta que me fuera
haciendo a la idea. Y así fue
hasta que dejé el pueblo, al
pueblo y a los amigos, y a mis calles de siempre y a la Academia de Don Gonzalo
y a las niñas con las que ya no era
tan fácil robarles un beso... y
a aquellas tertulias de banco del paseo... y como no a las visitas a Don
Dionisio en la Biblioteca del Ayuntamiento, y que además me dio latín en la Academia … pero
sobre todo ya no tendría a Don
Sebastián, con el que hablaba de
Ciencia, ni a Don Benito, practicante
del pueblo, que me enseño a tocar los acordes menores de la guitarra. ni a
Tabuenca, bailaor de flamenco... ni al filosofo-prestamista, como yo le
llamaba, con sus revistas bajo el brazo... ni al cura del pueblo, Don Luis, que
cuando llego al pueblo era un cura joven, alto, bien parecido, que montaba en
bicicleta y que escandalizaba al personal porque se remangaba… la sotana y al
que le asignaron, bueno no se si se dice así, la Iglesia del Carmen, aun por
terminar, y que estaba ubicada, situada, al final de
una avenida, con suelo de albero, que podía verse desde
la fachada del Ayuntamiento, y casi desde el comienzo del paseo, -- el único,
el que tantas veces fue lugar de reuniones y encuentros, encuentros furtivos,--- con el que tantas noches, con permiso de mi madre,
discutíamos de lo divino y de lo
humano, quizás en la misma proporción. Mas tarde supe que
había dejado la sotana y mas tarde aun que había fallecido.
No volví en
muchos años, muchos, a pesar de
vivir a no muchos kilómetros.
Y lo peor que quedaron olvidados muchos recuerdos, quizás como defensa por el
desgarro de la partida. Solo quedaron algunos y muy borrosos y el nombre de una
amiga de la infancia. Nada mas.
Y no se porque, un día volví.
Yo viví una parte del tiempo que estuve en Isla, en la calle
Carrera, justo al final, dando al puerto. Enfrente, en la otra esquina de la
calle, estaba la fabrica de Conservas
Mirabent, donde pasaba muchas tardes jugando y corriendo. Recuerdo los
artilugios que nos fabricaba, supongo que el guarda, con los restos de las
hojalatas usadas para las latas de conserva. Recuerdo la fila de mujeres
envasando las sardinas y sobre todo el olor al pescado cocido… fabrica
reconvertida hoy día en un Centro de investigación sobre la Pesca; GARUM, me
parece que tiene de nombre.
Mi vida tan cerca del puerto, de la ría, de los barcos, de la
vida tan ligada al mar, y a esa edad, me llevo a disfrutar precisamente de todo
ello. Recuerdo la pesca de arbures, creo recordar que llamábamos así a un
pescado basto, parecido, salvando las distancias, a la lubina, desde los apoyos
del puente de hierro, con una simple caña, un cordel y algo parecido a un
anzuelo, y que ahora he podido comprobar con dolor que ha desaparecido,
convirtiéndose en una simple pasarela. Hoy estaría protegido.
Mi segunda y ultima vivienda estuvo en la calle del Carmen, ya
peatonal entonces, con el Bar Lulú, a cuyas ventanas nos subíamos a ver las
partidas de domino, la Academia de Don Gonzalo, casi enfrente de mi casa, donde
se nos preparaba para el Instituto en Huelva, la relojería de Juanito Orta, la
casa de mi tío Bruno, que recuerdo siempre sentado a la puerta de ella, la
farmacia de Garcia de Vinuesa y la de la esquina la de Rosselló Zarandieta, pariente, al parecer
de mi padre… y después el paseo, el paseo que utilizábamos muchísimo, sobretodo
al atardecer ya, lugar de encuentro, de charlas, de juegos adolescentes, de revuelos
de niñas y de novias primerizas y con algún que otro achuchón que luego nos
encargábamos de contar.
A veces los recuerdos, la realidad y la imaginación nos hace
crear tales imágenes que cuando, de nuevo, al cabo de años, nos la encontramos
de nuevo, entonces, al menos en mi caso, tomas conciencia del tiempo pasado.
La plaza del paseo se convirtió en una pequeña plaza
y las reformas y los retoques sufridos le había restado todo el encanto que tenia en mis noches de tertulia.
La zona larga, extensa, de tierra de albero, donde solíamos pasear el Sr. Cura y
yo, se había convertido en una gran
avenida con un gran recorrido de bulevares y edificaciones y locales a ambos
lados... Todo estaba ya en mi imaginación como
aquellos personajes a los que tanto debo; hasta el Sr. Cura dejo de serlo. Y
las zonas de las batallas y las guerras y la caza del jilguero, del verderón,
del chamari y hasta de alguna que otra gaviota, se habían
convertido en unas enormes vías de
circulación y no menos grandes
parques de recreo. Aquello no era el pueblo vivido, era el pueblo.
La Cachonda, de color verde, que hacia el recorrido hasta la
estación, el puente de madera al final de lo que hoy empieza como Gran Vía,
donde cogíamos camarones y cangrejos de roca (¿se sigue llamando así?), la
recoleta, salvaje, virgen playita que recuerdo como un paraíso, donde se
resguardaban las barcazas de la pesca del atún en su época de descanso y donde
íbamos a bañarnos todos los días a espaldas de nuestras madres… o, al menos, de
la mía, y muchos mas recuerdos que el
reencuentro con el pueblo de mi niñez me están apareciendo junto a nombres de
amigos y amigas que parecían haberse borrado.
Y el teatro que hacíamos en el cine de Félix, y el disfrute de
los días de la fiesta del Carmen, que con tanta ilusión arañábamos tiempo para
quedarnos mas del que nos permitían… los renacuajos que cogíamos en las
charcas, junto a la tapia del cementerio, la misteriosa Casita azul, que
nuestra imaginación la hacia convertir casi en un cuento de hadas y ogros…Un
recuerdo que nunca se me borro fue el sonido del mar, desde la habitación en mi
casa de la calle del Carmen, con el que me dormía todas las noches, y el nombre
de una amiguilla con la que compartí juegos y ratos de felicidad infantiles y
que, las circunstancias han hecho que la haya reencontrado, ya con vidas
hechas,… y tantos recuerdos que van apareciendo y que podría llenar muchos,
muchos espacios como este… con este
tiempo que volvió.
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