""Un tercio de la
Humanidad vive en lugares donde no es posible ver la ""Via
Láctea"". Es el titular de un amplio estudio sobre la contaminación
lumínica que afecta a gran parte del planeta y que tiene por nombre ""Nuevo atlas mundial del brillo artificial."" La
"Via Láctea" queda escondida para el 80% de los norteamericanos y el
60% de los europeos. Según el estudio la mayoría de los niños actuales no han
visto nunca lo que llamamos el "Camino de Santiago." Se puede decir
que estamos en las primeras generaciones que perdemos el contacto con las
noches oscuras con su espectáculo maravilloso del universo. Bueno, con un
trocito, muy pequeñito, pero inmenso, del universo.
Hubo una época, maravillosa, en la
que aún podía disfrutar de los hijos, en la que podía hablarles y me
escuchaban, en la que aún no habían aparecido esos artilugios hijos de la
llamada generación tecnológica...teléfono móvil, smartphon, iPod, iPad...y no
digamos de esas llamadas "redes sociales", que tanto enredan y tanto
enganchan y tanto separan y tanto tratan de convencerte de que eres un ser
libre, y lo peor es que te lo crees. Un tiempo en el que era posible poder
sentarte rodeado de ellos en una amplia terraza de un piso cualquiera de un
coqueto y tranquilo rincón costero de pescadores...y disfrutar de hermosas
noches cálidas propias del verano y de su cielo estrellado maravilloso. Para no
tener aquel rincón no tenía ni lo que hoy se denomina ""
contaminación lumínica ". Claro, y por eso podíamos disfrutar de aquel
inmenso techo de estrellas. Allí, en bañador, después de un jugoso día de
playa, duchados y cenados, sin contaminación sonora ni lumínica, ni
tecnológica, podíamos disfrutar de un cielo hasta el infinito, el infinito que
podíamos apreciar.
.- Aquella que está allí, tan
brillante, tan grandota, le dije a mi hijo Arturo señalándola con la mano, se
llama como tú.
.- ¿Arturo? ¿Tengo una estrella?
.- Se llama como tú. Ahora puedes
decir que tienes una estrella.
.- ¿Y la mía? ¿Yo no tengo estrella?
Me decía mi hijo Carlos, con razón.
.- Bueno, debe estar por ahí. A
ver...¡allí esta! Allí, ¿la ves?
.- ¿Y veis esa especie de sábana
blanca, larga, larga, con cosas brillando? Esa es el Camino De Santiago. En
verdad su nombre es "Via Láctea", Camino de leche. No os riáis, que
así la llamaban hace algún tiempo los romanos...
¿Y esas que corren? Mira, mira...
.- Se les llama estrellas fugaces.
.- ¿Estrellas...que?
Y allí estábamos hasta que las bocas
empezaban a abrirse y los ojos a cerrarse... No teníamos, móviles, ni ipod, ni
iPad...para no tener no teníamos ni tele.
Hubo una época en mi vida, no muy
larga, en que se aprovechaban los tiempos de descanso para salir con el coche.
Siempre acompañados. Se decía que era mejor así. Hoy no se, ir acompañado de
alguien que llama "esas piedras" a restos románicos y tiene como fin
de camino unos huevos fritos con morcilla de arroz...pues que quieres que te
diga. Que hay que buscarse compañeros de viaje que al menos tengan algún punto
en común; aunque después se compartan esos nuevos fritos. Por norma descartaba
viajar por vías rápidas, autopistas y autovias, prefiriendo las carreteras
comarcales, con buen piso, muy poca
circulación, unos paisajes por lo general preciosos, pueblos con encanto y como
no la gastronomía que iba cambiando conforme íbamos "subiendo".
Prefería "callejear" tranquilamente. También solía
"personalizar" el viaje: La ruta del románico, la ruta de los
Monasterios... y es a este último al que me quiero referir.
La primera parada y noche se hizo en
Pastrana, municipio de Guadalajara, capital de la comarca de la Alcarria, en la
hospedería del Convento del Carmen, a dos kilómetros del municipio, fundado por
Santa Teresa de Jesus en el siglo XVI, y en donde pude disfrutar del
espectáculo grandioso que ofrece una noche estrellada en el campo, y sus
sonidos. El fin era conocer Pastrana por su interés histórico, especialmente
por conocer el famoso "balcón de la hora", sito en la torre de
levante del Palacio Ducal, recibiendo ese nombre desde el tiempo de
encarcelamiento de la Princesa de Eboli, Doña Ana de Mendoza y de la Cerda y De
Silva y Cifuentes, entre 1581 y 1592, por orden de Felipe ll, siendo su salida
a ese balcón, durante una hora, su único contacto con el exterior durante ese
tiempo. También por su Colegiata Ntra. Sra. de la Asunción y el Museo de Santa Teresa, imponente, y el Museo de
Tapices, donde dicen conservan el tapiz de mayores dimensiones que existe...y
dormir en la hospedería, claro.
Y lo que realmente quería resaltar
fue la impresión, el asombro, que tuve, cuando bien entrada la madrugada se me
ocurrió salir, en ropas de dormir, a una terraza descubierta anexa al comedor y
que hacía de un gran balcón abierto al inmenso campo. Desde allí pude
contemplar, casi sin respiración, el maravilloso espectáculo de un techo
cuajado de estrellas rutilantes, estrellas fugaces y el inmenso, espectacular,
asombroso "Camino De Santiago", Via Láctea, Camino de leche que
decían los romanos...y los sonidos del campo. Me encontré con un inmenso techo
de luces brillantes, de estrellas fugaces que cruzaban el cielo y que parecía
salir de esa Vía Láctea, siempre unida a las peregrinaciones a Santiago.
Allí estuve un buen rato, paralizado
por lo que tenía ante mi, tanto que, al poco, pude escuchar nítidamente lo que
entonces denomine como, los "sonidos del campo"; lejos, cerca,
agudos, graves, melodiosos, bruscos...aparecían y desaparecían, de animales que
parecían comunicarse entre ellos.. ¡¡Cuanta vida hay en la "noche de los
campos"! pude comprobar en Pastrana, de madrugada y en ropa de dormir.
No me creyeron cuando lo conté.
Creían que era invención mía y sobre todo me miraron de aquella manera...como
si pensaran que no andaba muy bien.
Recientemente me he enterado que, en
el sitio del ""Dolmen de Soto"", en Trigueros, Huelva, se
hacen reservas para ver los cielos en el mes de agosto desde ese maravilloso
entorno. Desde luego me apunto, bueno hago la reserva.
1 comentario:
Amigo Juan Adolfo: Veo que al entrar de nuevo en tu pagina web, el escrito que te dije había escrito no estaba, así es que nuevamente me dispongo ha hacerlo; me ha encantado tu descripción de esas noches oscuras a ras de tierra y luminosas en el firmamento, me ha trasladado a esos años juveniles, en que tumbado boca arriba en las eras del pueblo, rodeado de haces de trigo y acompañado por el canto de los grillos cebolleros, el sonido quejoso del canto del mochuelo, observaba en primer lugar nuestro satélite y al leñador que según nuestros mayores con el haz de leña a las espaldas se dibujaba en el perfil luminoso de su cara visible, había un compañero que aprovechando su potente claridad, estudiaba las lecciones que al día siguiente iba ha examinarse, mientras el agua regaba la finca plantada de maíz. El camino de Santiago o la Via Lactea o camino de leche de los romanos, era y sigue siendo materia para poetas y estudiosos de las incógnitas siderales, mientras tanto los de a pie debemos seguir disfrutando del espectáculo, yo lo hago desde mi casa de la costa Malagueña, con todas las luces apagadas para no obstaculizar la incomparable visión de nuestro más cercano cielo. Un fuerte abrazo y mi agradecimiento por traerme a colación esos recuerdo de nuestra feliz infancia. Un fuerte abrazo de tu amigo Pepe Cuadros.
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